Una suite para Armenia

El documental 'Armenio', producido por Emilio Aragón, viaja hasta la realidad de este país europeo de la mano de la música del violinista Ara Malikian

N. Sánchez / Málaga

31 de marzo 2011 - 05:00

Emilio Aragón nació en Cuba. Pasó su infancia en Argentina y Puerto Rico. Y tenía pasaporte español. Ara Malikian nació en Libia. Estudió en Alemania e Inglaterra. Y con pasaporte armenio, nunca había pisado su país. Las dudas sobre la identidad, orígenes, mezclas y culturas, les unen. Y les llevó a idear un documental en el que Malikian visitara por primera vez Armenia, repasara sus orígenes y se acercase a una desconocida realidad de un país con una gran riqueza cultural y una gran pobreza económica. Lo hicieron: Se llama Armenio y lo firma el director José Carrasco. Se estrenó ayer en el Teatro Echegaray tras pasar por la Seminci de Valladolid.

La película se adentra en la realidad de un país muy desconocido para todos. Hasta para el propio Malikian. "Al principio fue como llegar a cualquier aeropuerto, pero luego fue cambiando todo poco a poco. Fui descubriendo la gente, las costumbres, a la gente mayor que se acordaba de mis abuelos... fue muy emocionante", aseguraba ayer, mientras destacaba que lo más impactante fue ver el monte Ararat, símbolo de Armenia.

A través de su música y de los sonidos del pueblo armenio, el documental se convierte en una suite de imágenes y sonidos en la que se aprende a que no hay que sentirse de un sitio, no hay que cerrarse a otras visiones. "Lo que transmite el documental es que para bien o para mal es cada pueblo tiene su cultura, pero no por eso hay que cerrarse; hay que abrirse a cualquier conocimiento, influencia o aprendizaje que venga de fuera, porque al final lo que va a prevalecer es una cultura global frente a lo particular", añade José Carrasco. "La idea que me gustaría que todo el mundo entendiera es que todos somos de este, que no es de nadie y es de todos. Ponerle vallas al campo es una idea equivocada. Cuando mi madre me pone un arroz con frijoles y yuca, me siento cubano. En sevilla con mi padre me siento andaluz, en Argentina y Puerto Rico estoy en casa... y me encantaría sentirme de muchos más países", subraya Aragón.

"El rodaje ha sido un viaje de sorpresa en sorpresa, donde hemos aprendido mucho", dice Carrascosa, que se vio finalmente con 60 horas de material que se han quedado en los poco más de 60 minutos finales. "Lo importante es que la película abre un diálogo, un debate interesante. Y de telón de fondo está la dura situación del país, el día a día; una situación que no se nos debe olvidar. Hoy es Japón, Libia, Siria... pero hay tantas realidades de las que nos olvidamos y quedan desdibujadas...", destaca Aragón, que lleva 14 años trabajando junto a Acción contra el hambre, cuyo apoyo fue esencial en esta película, ya que, entre otras cosas, ayudó a encontrar sobre el terreno testimonios, historias y personas que protagonizan la cinta.

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