La vida más allá de la música

Ricardo Íscar viaja al corazón de la orquesta sinfónica del Liceo en el documental 'El foso'.

Una escena del documental que retrata el día a día de los músicos de una orquesta sinfónica.
Nacho Sánchez / Málaga

25 de abril 2012 - 05:00

Hay una canción de Jorge Drexler que nos acerca a las que se pueden denominar como las posibilidades de lo cotidiano. Nos cuenta cómo hoy está todo prácticamente globalizado y cómo lo que nos rodea procede de cualquier parte del mundo. Y que lo que pase en alguna parte del planeta puede finalmente tener consecuencias en sus antípodas. El tema se llama Disneylandia -no lo compuso él, sino Arnaldo Antunes- y es perfecto para expresar algo que también interesaba y atraía a Ricardo Íscar, director de El foso, documental que hoy se podrá ver en el Cine Albéniz: El pequeño mundo que se esconde tras la música de una orquesta sinfónica.

"Una orquesta sinfónica es una especie de aldea global. Hay gente de países muy diferentes, con instrumentos de todas las épocas y hechos con materiales procedentes de medio mundo. Un grupo en el que confluye un arte hecho en otros momentos históricos. Y a mí esa música siempre me ha llevado a una especie de estado hipnótico", explica Íscar, que quiso contar sus sentimientos a través de las historias concretas de los propios músicos que forman esa orquesta.

"Quería romper la distancia entre el músico y el espectador. Y acercarme a la profesión de músico, que siempre me ha fascinado", añade el director salmantino. Así, pasó un año entrevistándose con los músicos de la orquesta de la ópera del Gran Teatro del Liceo de Barcelona, hasta que dio con los que podrían transmitir mejor lo qué el pretendía con el documental. Luego, pasó otro año acudiendo con su cámara a los ensayos de la orquesta en tres trabajos diferentes: La sinfonía número 4 de Brahms, Anna Bolena de Donizzeti y Parsifal de Wagner. "Algo que hice siempre sólo con una cámara para no hacer algo cercano a la realización televisiva sino que prefería ahondar en una mirada única y muy concreta", señala Íscar.

Finalmente, también viajó durante tres meses hasta los países de origen de algunos de los músicos. Concretamente: China, Mongolia, Albania y Brasil, mundos tan desiguales como lejanos que terminan confluyendo en la propia orquesta, llena de pequeñas historias pero que se convierte en un todo en cada concierto. "Y cuando los vemos tocar siempre transmiten algo a través de la música, en conjunto. Sin embargo, cuando estamos con ellos, uno a uno, en sus hogares, vemos que son gente que también tiene su propia historias de amor, enfermedad, sufrimiento, alegría…", subraya el director de El foso. En definitiva, un documental sobre un colectivo -"la tribu de los músicos, como también está la tribu de los banqueros, políticos… y muchas más", dice el director- que nos adentra en su mundo, cercano, pero poco conocido.

El foso supone la cuarta participación en el Festival de Málaga -donde su director ha sido también jurado en alguna ocasión- tras acudir con las películas La Punta del Moral, El Cerco a principios de la década pasada y La danza a los espíritus, ya en 2010.

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