Análisis

PANDEMIA Manuel barea 36

Mascarillas, supermercado y levadura

Mascarillas. No llevarlas te convierte a los ojos de algunos en un tipo peligroso. Los más recatados o los que lo sospechan menos dan un paso atrás, como quien no quiere la cosa, levemente, creyendo que es imperceptible y que no vas a notarlo. Otros hacen el movimiento clarísimo de esquivarte, de alejarse de ti, y hasta descubres alguna que otra mirada reprobatoria, casi inquisitorial, por no ir embozado. Eso está bien, que se aparten, que nos separemos. La distancia es más efectiva que la mascarilla. Por lo demás, al perro le resultan extraños algunos de los que llevan mascarillas. Y para un perro un extraño es alguien peligroso. Ya ha dedicado algunos de sus ladridos más agresivos a quien se acercaba llevándola. Hay que mandarlo a callar. Nunca le ha gustado el bozal. Me temo que va a tener que acostumbrarse a lo uno y a lo otro. A su edad.

Supermercado.Es el escenario en el que hay que desobedecer a los psicólogos que recomiendan que estos días sigamos con nuestra rutina, con nuestro comportamiento habitual, haciendo lo que hemos hecho siempre. Creo que los psicólogos se refieren a que lo hagamos en casa. Pero hay gente que no lo ha entendido y se comporta en el súper como si estuviera escalando la cuesta de enero, tan normal, a lo suyo: consulta las ofertas, se apalanca ante los estantes mirando el 2x1, duda entre el chorizo picante y el dulce y lleva la duda hasta la caja y cuando van a marcarle el precio del que ha elegido se arrepiente y regresa a por el otro, cree que "distancia de seguridad" es el último eslógan publicitario de un desodorante y, por supuesto, no pueden, bajo ningún concepto y de ninguna de las maneras, dejar de toquetear el móvil aunque sea un minuto, de manera que los requerimientos de la cajera no los oyen y menos estos días, con la empleada intentando hacerse entender con la boca tapada. Por ejemplo, la pregunta de "¿va a querer bolsa?" la ignoran y cuando ya tienen toda la montaña de productos apilados y han dejado de mamonear con el móvil dicen: "¿Me da una bolsa?". En el ínterin, la cajera ha informado hasta a tres clientes de que no queda levadura, ni fresca ni seca ni caducada.

Levadura.Hay una fiebre de ella, como la del oro. Cuando acabe esto, otra burbuja: de panaderías y confiterías. Todo quisque se ha puesto a hacer chuscos y magdalenas. Dicen que los niños, enharinados, se distraen. Qué ricura. Pero hacer buen pan es muy difícil. Sé de lo que hablo. Parece que una de las transformaciones que impondrá el virus se centrará en las profesiones. Los oficios desaparecerán y los sustituirán los hobbies. La sociedad futura será una sociedad de aficiones. Aunque ya ocurre en el presente con alguna: el periodismo, por ejemplo, con un huevo de aficionados. Para la próxima pandemia, la Humanidad se pondrá en manos de curanderos. Que Dios, si sigue por ahí, los coja confesados. Y con un bollo. Las penas con pan son menos.

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