Cuando toda vuelva a la normalidad, entre las múltiples historias portuarias que sobrevivirán a la crisis del coronavirus, destacará la de la larga estancia en aguas malagueñas del buque de crucero Sovereign. Y aunque esta aventura iniciada el 21 de marzo aún no ha escrito su final (ya habrá tiempo para hacerlo cuando concluya), hoy les contaré la historia malagueña de este barco antes de que, de arribada, quedara parado en el puerto malacitano.

Encabezando una ambiciosa serie de tres buques gemelos: la Clase Sovereign, nuestro protagonista de hoy, construido por encargo de Royal Caribbean en los astilleros franceses Chantiers de l'Atlantique, tras ser botado en abril de 1987, un día después de su bautizo como Sovereign of the Seas comenzaba su vida de mar realizando un viaje inaugural iniciado el 16 de enero de 1988. Ostentando en aquella fecha el título del barco de turistas más largo de la flota crucerística internacional, el Sovereign of the Seas de 268 metros de eslora, nada más comenzar su carrera fue multado con 9 millones de dólares por realizar unos vertidos en las aguas jurisdiccionales de los Estados Unidos. Después de navegar años por el caribe, en 2004, este buque se popularizó por unos reportajes que contaban cómo se le realizó una reforma en dique seco. Tras aquello, y después de cambiar su registro noruego por el de Bahamas, en 2008 fue transferido a Pullmantur Cruises que lo rebautizó como Sovereign.

Ya con esta compañía, su primera escala malagueña la realizó en noviembre de 2011 atracando en el muelle norte de la estación marítima de levante. Tras aquella visita, la siguiente, luciendo ya en su casco el color azul y el nuevo logotipo de Pullmantur, se produjo en octubre de 2013; un amarre al que le sucedieron 11 más hasta julio de 2016, ultima fecha en la que este barco tocó aguas malacitanas con pasajeros.

Convertido en escenario cinematográfico para los rodajes de una película de Bollywood en 2014 y una comedia española estrenada en 2018, el Sovereign, que parado en Málaga fue el que inició las pitadas solidarias que todos los días se escuchan en el puerto a las ocho de la tarde, espera cuándo volverá a la normalidad; una circunstancia que aún parece algo lejana.

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