Ángel Valencia
Un presidente navideño
ALFONSO Canales nunca se identificaría con aquella famosa frase de Fernando Pessoa: "Sólo disfrazado es cuando soy yo", porque toda su poesía, parte esencialmente de la necesidad imperiosa de lo contrario: de una ávida inquietud por iluminar la raíz más profunda y verdadera de su existencia, y se fundamenta en la voluntad inalterable de desvelarse.
"….llega un momento
en que lo dicho cura
al que dice…"
Toda la extraordinaria acumulación de sabiduría que fue la labor más apasionada de su vida (la literatura clásica griega y latina, algunos de los libros bíblicos - Cantares, Job, Lamentaciones- , los poetas antequeranos del XVI y XVII, la poesía mística inglesa y española, Juan Ramón Jiménez y las vetas más esencialistas, puras, de los poetas del 27, hasta autores como E. E. Cummings, que llegó a traducir, todos ellos, los hitos más significativos y relevantes que le sirvieron de referencias básicas para su obra literaria), todo el rigor y exigencia con que trabajó su palabra poética, toda la sabia trabazón musical y rítmica que fue capaz de articular en sus versos, toda la espléndida estructura constructiva con la que puso en pie tantos poemas, su generosa exigencia por la perfección, no hicieron que su obra adoleciera de oscuridades inabordables, de insuperables dificultades, ni de barreras imposibles de salvar.
Al contrario, su poesía ya será para siempre un lugar para la meditación luminosa , el encuentro vivo con la belleza y el deseo ferviente de perfección, el acercamiento a un mundo sutil y elaborado con todo esmero pero siempre palpitante de vida, donde el dolor, la melancolía, la religiosidad y la elegancia tuvieron su asidero.
En la dedicatoria de su libro El canto de la tierra (1977) leemos las siguientes palabras: " A Juan Valdés Leal y al maestro Alejo de Venegas. Y al P. Schökel, quien (un Viernes Santo, en Alba de Tormes) me aseguraba que eso de 'vuelve el polvo al polvo, vuela el alma al cielo' no pasa de ser una infiltración griega en la doctrina cristiana; que no somos una mixtura; que cuando nos morimos, nos morimos del todo; y que no hay que desesperar, pues resucitaremos de alguna manera".
Alfonso Canales puso su existencia y su resurrección en su palabra. Y si nosotros la leemos con cuidado volvemos a tenerlo en vida.
También te puede interesar
Ángel Valencia
Un presidente navideño
La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
Por montera
Mariló Montero
La duda razonable
En tránsito
Eduardo Jordá
Extremadura
Lo último