La ciudad y los días

Carlos Colón

Ana Iríbar

Ya lo oyeron el sábado y lo leyeron ayer: sin alzar el tono, sin crispación, con la seguridad de quien siente lo que dice y dice lo que siente, con la serenidad de quien piensa lo que dice y dice lo que piensa, con el aplomo de quien se sabe asistido por la razón, Ana Iríbar, la viuda del líder del PP guipuzcoano Gregorio Ordóñez, asesinado hace 13 años por ETA, expresó su "más sincero desprecio" hacia el lehendakari Ibarretxe por la "deslealtad, hipocresía y cobardía con la que actúa". También acusó al PNV y al Gobierno vasco de "falta de sensibilidad, de sinceridad, de credibilidad y auténtico compromiso con las víctimas", para concluir que los homenajes a su marido sólo tendrán sentido "cuando los nacionalistas rompan con quienes encubren, alientan y participan de los objetivos políticos de ETA".

No se pueden dirigir a alguien palabras más duras con un tono más sereno que las hace doblemente hirientes: desprecio, deslealtad, hipocresía, cobardía, falta de sensibilidad y de compromiso hacia las víctimas, insinceridad, carencia de credibilidad, encubrimiento, aliento y participación en los objetivos políticos de los terroristas asesinos. Desgraciadamente para todos cuantos tienen sensibilidad y vergüenza, y afortunadamente para él, Ibarretxe no tuvo que enfrentarse a estas palabras porque no estaba allí donde se honraba la memoria de una víctima de ETA. Como dijo el secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, Ibarretxe "está apagado o fuera de cobertura" cuando hay que dar la cara. "¿Alguien ha oído a Ibarretxe decir algo de Mondragón en este tiempo? ¿Qué lehendakari es éste que cada vez que hay un problema en este país desaparece?", preguntó el líder socialista, aludiendo a la posición de Ibarretxe y del PNV tras el asesinato del socialista Isaías Carrasco y a su primera reacción de no respaldar la moción de censura contra la alcaldesa de Mondragón (ANV) por no condenar el crimen.

Ayer El País pedía en su editorial que Egibar reconozca su error y abandone la política: "Alguien que hace y dice lo que Joseba Egibar en relación con la moción de censura de Mondragón debería reconocer claramente que se equivocó y, a continuación, abandonar la política por propia vergüenza". Ibarretxe, tras las declaraciones de Egibar y de la portavoz de su Gobierno, debería hacer lo mismo. En vez de eso él y su partido se refugiaron en la dubitativa y ambigua rectificación posterior que mal encubre su interna fractura. No basta. Su inasistencia al homenaje a Ordóñez y las palabras de su viuda deberían afectarle. Pero para eso hay que tener sensibilidad y vergüenza.

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