El zoco

Juan López Cohard

Anclado en otro tiempo

21 de diciembre 2021 - 01:30

En apenas diez días pasa a la historia este año que ha resultado ser tan desventurado, o más, que el anterior. Fechas para hacer balance, aunque son aquellos que conducen la nave los que deben aplicarse en analizar si el fiel de la balanza, se ha mantenido cuando menos equidistante en la escala. Un amable lector hizo un comentario a uno de mis artículos en el que me decía: "Creo sacar una conclusión de su artículo, no es usted del Gobierno". Efectivamente, ni de éste ni de ninguno. Si fuese un columnista del Gobierno escribiría en el BOE o en la prensa afín por ideología o por intereses espurios. Pero no es el caso de este diario. El columnista de opinión trata de hacer un juicio o expresar una idea sobre los actos y decisiones que nos afectan a todos como sociedad. Y los actores generalmente suelen ser aquellos que nos gobiernan. Poco o nada se puede criticar a quienes nada deciden, o sea, en política, la oposición.

Lo cierto, y la mayor parte de la crítica viene por ello, es que con demasiada frecuencia, desde que se constituyó el actual Gobierno, nos quieren hacer ver una realidad que no existe o directamente mienten para después cantar la palinodia, esto es, en román paladino, donde dije digo, digo Diego, y aquí paz y después gloria. Total, ya lo dice el proverbio: "Entre novedad y no verdad no hay más que una letra". Y, a más, en una acepción muy especial de democracia, tachan al que disiente de "facha" o de que "está anclado en otro tiempo".

En época de Cervantes hubo una verdadera obsesión por la "limpieza de sangre", de tal forma que en España se distinguía entre españoles bastardos, conversos judíos o moros y cristianos viejos. Le bastó un entremés, El retablo de las maravillas, para chancearse de tan ridículo fanatismo. Recoge Cervantes en su retablo un cuento (cuya trama ya aparece en El conde Lucanor de Don Juan Manuel), en el que las maravillas resultan ser invisibles a los españoles de sangre impura. Pero quizá resulte más sarcástica la burla con la adaptación que hace el hispanista francés Marcel Bataillón cuando refiere que al príncipe de Hesse le pintan un cuadro y el pintor le hace creer que la pintura será invisible para aquellos que fuesen de nacimiento ilegítimos. O sea no la podrían ver los bastardos. Todo el mundo calló ante la pintura hasta que una palurda no pudo contenerse y soltó: señor, digáis lo que digáis en ese cuadro no hay pintura alguna aunque yo tenga que pasar por hija de puta toda mi vida.

La ministra portavoz, Isabel Rodríguez, ha dicho de los que han criticado el nombramiento del independentista Joan Subirats como ministro de Universidades que están "anclados en otro tiempo de la historia de nuestro país", (¿quién determina cual es la historia presente?), y que "este es un Gobierno que piensa en avanzar, en progresar". Pues diga usted lo que diga, señora ministra portavoz, darle una cartera en el Gobierno de España a alguien que quiere (y de ello ha hecho gala) destruir España, es de una profunda estulticia además de un peligro para nuestro país. Y su Gobierno, con decisiones como esa, solo puede pensar en progresar y avanzar en el desmantelamiento de España. Y lo digo aunque tenga que pasar por estar anclado a la historia que más le complazca.

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