Ignacio del Valle

Cablerío

Se llegó a comercializar un apósito para organizar los mandos a distancia en el brazo del sillón

Nos conectamos a lo que queremos. Los televisores. Antaño los viejenials con una antena y un enchufe íbamos listos. Sin saber conquistamos la tecnología del entretenimiento doméstico. En los años 80 la televisión en color. En los 90 el reproductor de VHS, otro telar. Llegaron los equipos de sonido y los Home Cinema, más cables que enchufar. Te hacían sentir como todo un ingeniero de telecomunicaciones siguiendo los papelones de las instrucciones al comprobar que aquello funcionaba. Las primeras cámaras de vídeo. Que si el reproductor de DVD y Blue Ray. Casi al mismo tiempo la señal por cable o satélite, añada el codificador y acompáñelo de la colección de mandos a distancia. Los controles remotos que dicen los latinos, esa botonera sedienta de mugre, el plástico quebrado, la tapa del compartimento de las pilas sujeta con cinta aislante y sobre todo, esa tendencia sobrenatural a esconderse en los recovecos más insospechados.

Se llegó a comercializar un apósito para organizar los mandos a distancia en el brazo del sillón, llevaba un hueco a medida para tener la revista TP (1966-2021) a mano y poder consultar la programación. Poco a poco la cabeza de Medusa con su nido de serpientes cobrizas y factoría de pelusas se instalaba detrás del mueble o mesa del televisor porque los receptores de televisión que inauguraron el milenio que se acercaban a las 29 pulgadas, sarcófagos a medida de los faraones del salón, pesaban más de 50 kg. Después llegaron las pantallas planas con su desfile de tecnologías. Adiós a los mamotretos CRT de culo gordo y 625 líneas de definición. Cada innovación llega con su nuevo juego de enredos diabólicos. Pasamos por los euroconectores, el cable coaxial, ahora los HDMI, la entrada para el satélite, el de la fibra óptica… la conexión de red a la santa internet. Y al paso que vamos ni eso. Las nuevas pantallas y altavoces se las apañan con la wifi con tener la alimentación eléctrica cerca. Todo queda diáfano con 70” de black mirror suspendidas de la pared. Porque la decoración de la casa moderna es minimalista. Teles muy grandes, viviendas mininas y caras , gran innovación. Y respecto al mando a distancia, con el teléfono puede cambiar de canal o incluso pasar la pantalla del móvil al pantallón en un plis plas. Aunque para lo que echan, mejor conectarse a un libro.

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