Brindis al sol
Alberto González Troyano
Vieja y sabia
El Zoco
No tiene desperdicio. Teresa Ribera, candidata a Europa por el PSOE, refiriéndose al ex-presidente Zapatero y a las críticas que le hizo Felipe González en el Hormiguero, ha valorado que sea un presidente que “con generosidad, inteligencia, simpatía y respeto, sigue comprometido con los mismos valores, hoy también. El que mejor representa con orgullo nuestro partido”. Puede que muchos españoles que ya están en edad de votar no se acuerden ni hayan vivido los mandatos de Zapatero. Las críticas que le hizo González iban en el sentido de sus escasas luces, rayano en lo cómico. Me decía un gran amigo y diputado socialista, muy importante en el grupo del PSOE en el Parlamento, ya fallecido por desgracia, que no entendía como se había elegido a Zapatero como secretario general, cuando su única aportación en el grupo era ser el que les traía el café en las reuniones. No daba para más. Es tan tonto que en la ONU presumió de la banca española como la más fuerte del mundo y unos meses después hubo que rescatarla. Los recortes, que la izquierda ha sabido muy bien endosárselos solo a Rajoy, comenzaron con Zapatero y, cuando Rajoy le ganó por mayoría, España estaba ya en quiebra. Esa fue su herencia. Uno de los grandes logros de Zapatero, el presidente de “la conjunción planetaria de los astros” en palabras de Leire Pajín.
Ribera, en la línea editorial marcada por Sánchez, llama “sinvergüenza” al PP por darle alas a la extrema derecha. Haciendo un examen de conciencia, a mí me daría mucha más vergüenza darle alas a Bildu (la sangre de las víctimas de ETA aún está caliente), a Hamás, o a los separatistas catalanes que no solo le han dado alas, sino que le han abierto las jaulas para que puedan volver a repetir los delitos cometidos. Sonrojo es que una vicepresidenta del Gobierno de España enarbole el lema de los terroristas (“Palestina libre del rio hasta el mar”) para destruir el estado judío. Sonrojo es que la ministra de la Fuerzas Armadas hable de genocidio y que el ministro de asuntos exteriores tenga que apagar el fuego. No tener vergüenza es que Sánchez gobierne como un déspota, sin dar cuenta de sus actos.
La política exterior parece tan exterior como si la llevaran extraterrestres. No hacen más que crear problemas con unos y con otros sin que sepamos qué fin persiguen. Desde aquella entrada de Delci en la UE prohibida. Acoger al secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, con nombre falso, que cabreó a Marruecos. La misteriosa entrega del Sahara a Marruecos, mediante una carta personal al rey Mohamed VI, que nadie conoce y que nos dejó sin el gas de Argelia. Los ataques sin cuartel a todos los candidatos y mandatarios de otros países que no coincidan con la ideología política de izquierda-extrema izquierda. La ruptura con Argentina y ahora con Israel. ¿Dónde acabará todo esto? ¿Terminará Sánchez retirando a los embajadores de los países donde gobierna la derecha? Por ejemplo, ¿de Italia, Hungría, Chequia, Finlandia, Suecia o Turquía?
Y vergüenza les debe de dar que hasta Sumar, sus socios de gobierno, le voten en contra o quieran vetarle los fondos para seguir manteniendo a ese centro de desinformación que es el CIS.
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