El cuentagotas

Eugenio Chicano

Enrique Godino, pintor de Málaga

POCAS veces he sentido a Gabriel Alberca tan desolado como hace pocos días, cuando me hacía saber de la muerte de nuestro común amigo, y compañero de años jóvenes, el pintor Enrique Godino. Fueron tiempos duros para aquellos que empezamos a pintar allá por la década de los cincuenta, y Enrique fue uno de ellos. Quizás el más preclaro y maduro del grupo. Poseía un recio y analítico dibujo, personal y ajustado. Una buena teoría del Arte, y en la plástica una paleta sobria, austera y de bellos contrastes. Sus estudios sobre el cubismo analítico y el retrato, por su gran calidad, eran sinónimo de afirmación segura. Se fue a Madrid, se casó, trabajó incansablemente con esfuerzos paralelos a la pintura. Ni su honradez ni su coherencia le hicieron conocer el éxito: luchó contra todo para ganar algo de espacio en el Arte; no lo consiguió. Murió silenciosamente, sin decir nada, sin pedir ayuda, me dicen que en la más completa indigencia... Nos rompió el corazón.

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