‘Galveztown’

El problema se me antoja sencillo. Se trata de valorar si priorizamos el interés común o el privado

03 de octubre 2023 - 00:15

Si la participación de Bernardo de Gálvez, conde de Macharaviaya, fue decisiva en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, el tiempo que está tardando la construcción de la réplica del bergantín Galveztown, con el que se fue a hacer las Américas, explica por qué la contienda duró ocho años. Tras colocar la primera cuaderna en 2008, ya van quince y seguimos sin ver el mástil de la bandera y con el tiempo que lleva esperando su botadura, el año que viene podríamos haber librado dos guerras. Eso sí, no hay programa de televisión que se precie y haga un reportaje sobre los Astilleros Nero en el que no salga un marengo golpeando los mismos maderos.

Un astillero es un lugar en el que se construyen barcos. De manera habitual, apuntaría yo. Si se construyen según sople el viento, más bien es una casualidad o, simplemente, un lugar donde un día se hicieron. También es un lugar donde trabajan carpinteros. Si no, no se pueden construir barcos. Como tal, su actividad no depende de su ubicación, más allá de la proximidad al borde del mar y la Orden de 19 de febrero de 2008 que inscribió la carpintería de ribera en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz la vinculó a las playas de Pedregalejo, pero no protegió el astillero. Hace unos días, y más allá de algunos requerimientos menores, Costas ha dado su visto bueno al proyecto de renovación de los Baños del Carmen. La situación de Astilleros Nereo la deja en manos de la Consejería de Cultura, que deberá pronunciarse sobre pretensión del concesionario de quedarse exactamente en el mismo sitio en el que está. Aunque el Plan Especial aprobado que ahora desarrolla el proyecto de renovación que acaba de recibir el OK reserve una parcela para equipamiento público a caballo entre su actual situación y los eucaliptos aledaños en la que podría reubicarse.

Después de conocer el proyecto de renovación de los Baños de Carmen y su conexión con Pedregalejo cuando empecé a estudiar arquitectura como uno de esos proyectos interminables que pueblan la ciudad, hoy, el problema se me antoja sencillo. Se trata de valorar si priorizamos el interés común o el privado. La conexión peatonal, que no impide que se siga realizando en esta o en otra ubicación la carpintería de ribera, o el interés de un concesionario en no moverse ni un ápice. Porque si el problema es acabar el Galveztown, este parece más vinculado a la falta de carpinteros.

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