La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Manuel Alejandro, Hijo Predilecto

Los genios andaluces de la canción murieron sin el debido reconocimiento. Que no se repita con M. Alejandro

Me sumo al sumarse de Antonio Burgos a la petición de Álvaro Zancajo de la concesión del título de Hijo Predilecto de Andalucía para Manuel Alejandro. Hace poco escribía aquí, tras su entrevista en El Hormiguero y con motivo de su 90 cumpleaños, sobre su gigantesca contribución a la música popular cuando ésta evolucionaba de la copla a la canción ligera o moderna -previo necesario paso por otro gigante, Augusto Algueró- sin romper del todo con sus raíces, como demuestran sus canciones para el crooner jienense Raphael o para la reinventora chipionera de la copla Rocío Jurado.

El jerezano Manuel Alejandro se inscribe en el libro de oro de los compositores y letristas andaluces en el que figuran, entre otros, el también jerezano Antonio Quintero, los sevillanos Rafael de León, Manuel Quiroga, Juan Mostazo y Manuel Font de Anta o el malagueño Salvador Valverde. Fueron los Gershwin, Berlin o Porter andaluces que dieron una antes inimaginable calidad en composición, letras y orquestaciones a la canción española que alcanzó su cumbre cuando a principios de los años 30 se difundió a la vez a través de los espectáculos, el disco, la radio y el recién nacido cine sonoro, impregnando las horas y los días, las vidas y las memorias de millones de españoles unidos por un gusto común y pronto trágicamente enfrentados por las pasiones políticas de la época.

Recuerden el caso de Morena Clara. Basada en un éxito teatral de 1935 con canciones de Quintero interpretadas por la sevillana Carmen Díaz -la que en 1929 inauguró el Lope de Vega con La risa y el duende de Sevilla de los Quintero-, se estrenó con un éxito sin precedentes dos meses antes del golpe de Estado y fue prohibida en marzo de 1937 en la zona republicana porque su éxito en las dos Españas se consideraba propaganda franquista tras haberse alineado Imperio Argentina y Florián Rey con los golpistas.

Estaban equivocados. Ni había solo dos Españas (aunque quienes así lo pretendían asfixiaron, si no mataron, a las otras) ni la copla tenía color político: ni fue republicana en su primera edad de oro de los 30 ni franquista en la segunda de los 40. Fue popular, es decir, de todos. Como las canciones de Manuel Alejandro, triunfantes bajo el franquismo, la transición y la democracia. Los genios andaluces de la canción murieron sin el reconocimiento oficial que merecían. Que no se repita con Manuel Alejandro.

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