El cuentagotas

Eugenio Chicano

Maravillosos regalos a domicilio

MI familia entró en trance cuando descubrió que en la solapa del estuche de cartón del tubo de la pasta de dientes venía escrito: "Ha sido usted agraciado con un moderno portaequipo de higiene bucal". Entusiasmados, llamamos a los teléfonos indicados y supimos que había que ir a retirar el obsequio a un almacén allá por la calle Cuarteles, cerca de la Estación de Renfe, casi donde Cristo dio las tres voces... Reunido el cónclave familiar, se decidió que fueran, en taxi de ida y vuelta, mi madre y mi hermana Cristina. Ya vencida la tarde regresaron ambas a casa e inmediatamente percibí que no traían ningún paquete que sugiriera la presencia de un regalo. Ya sentados, mi madre sacó de su bolso un sobrecito que contenía una chapita plegada con dos muescas para colgar un cepillo de dientes, un taquito de madera y un tornillo que fijaría a la pared el portaequipo. Después de un tenso silencio, la risa fue desternillante y general: sólo el precio pagado por el taxi oscurecía la intensa experiencia vivida.

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