Por montera

Mariló / Montero

MdC

05 de marzo 2016 - 01:00

PODRÍA haber vivido durante toda su vida en la prosperidad que le otorgaba la comodidad que le garantizaban sus abuelos pero estos los abandonaron. Al pequeño de los siete hijos esta circunstancia le arrastraría hasta el final de sus días pero lo elevó al pandemonio ingenio humano. Difícil, sería coser un diario del pequeño Miguel, quien desde niño iba arrastrado por sus padres. Madre ya tenía bastante con cuidar a los siete. Eran cosas normales para la época. No había fortuna en Madrid así que padre les hizo viajar en volandas hasta Valladolid en busca de fortuna cerca de la Corte. Las deudas le llevaron a la cárcel y el hambre hacía daño en las tripas, en los huesos y la mente de los pequeños. Ni cuando, liberado ya, fueron a Córdoba, el hambre era sinónimo de calma. Sólo los libros que Miguel y sus hermanas comían como si las letras les alimentasen convertían en aventuras las desgracias. Sevilla los llama como un cabo que enganchó a Miguel para convertirlo en camarero en Roma. Miguel, de quien ni rostro podría describir, era tímido y, dicen quienes se enrolaron en la galera a luchar con él, algo tartamudo. Tendría unos veinticuatro años cuando se vio formando parte de las tropas de Diego Urbina. Y sin emprender lucha heroica ninguna recibió tres disparos en el pecho y uno en la mano izquierda que le dejaron inutilizada. Le apodaron entonces El manco de Lepanto. En otros lares se dice que le amputaron la mano por herir a Antonio Segura y que después se fue a Roma como soldado. Poco estuvo en España cuando Miguel termina en otro lío.

Cervantes aún no habría escrito algo trascendente cuando lo rescataron Fray Juan Gil y Fray Antón de la Bella después de haber permanecido cautivo más de cinco años en Argel. Ese crío, el cuarto de siete hermanos, que salió de Alcalá de Henares junto a su familia, empezó a poder empaparse del ambiente literario con unos 35 años entre Laynez, Maldonado, Montalvo, o Padilla. Ya empezó a publicar, a estabilizarse con El Tratado de Argel y La Numancia y cuando tuvo a su hija tras mantener relaciones con Ana Franca aunque se casará después con Catalina de Salazar. Volvían los disgustos. Llegaron Odas, alguna novela corta. Miguel bautiza por fin a un tal Alonso Quijano quien llega a las alucinaciones, la demencia por lectura de libros de caballería. Es calificada como "la cumbre del ingenio humano". El Quijote. El Ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha quien eclipsó su figura, su personalidad. La de un hombre que hace cuatrocientos años "puesto ya en el estribo, su último escrito".

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