Mejor callarse

La humildad y prudencia sólo consisten en tener la habilidad de saber cuándo lo mejor es callarse

Nos gustaría que nuestros dirigentes políticos gozaran del don de la infalibilidad y que no se equivocaran nunca en sus acciones y declaraciones, pero lo cierto es que ese grado de perfección no se consigue nunca. Por tanto, y para no agriarnos demasiado el carácter, deberíamos rebajar el nivel de exigencia y, en estos tiempos de incertidumbres y desasosiegos, conformarnos con cualidades menos llamativas y más modestas, como son la humildad y la prudencia. Es obsceno contemplar como algunos dirigentes regionales (y en esto no hay distinción por colores políticos) comparecen sonrientes y ufanos, como si suyo fuera el mérito, cuando los datos de los contagios del coronavirus disminuyen, pero se convierten en evanescentes y etéreos en el momento en que las estadísticas reflejan un peligroso aumento de la infección. Posiblemente, ni de lo uno ni de lo otro sean totalmente responsables, pero extraña la falta de humildad y prudencia con la que abordan la lucha contra la Covid-19.

En esta línea de falta de la mínima cautela ha destacado el presidente de la Junta extremeña, que antes que aceptar una crítica o reconocer un error en el sistema de vacunación está dispuesto a decir la mayor barbaridad. Afirmar, como ha hecho, que el retraso en la vacunación está motivado por la necesidad de comprobar si existían efectos colaterales a su aplicación es poner en solfa a toda la comunidad científica, a la OMS y a la experiencia que sobre los efectos inmediatos de la vacuna ya han tenido otros países, salvo que crea que el ADN de los extremeños es particular y requiere una comprobación especial. Más fácil y menos complicado hubiera sido reconocer con humildad que hubo fallos los primeros días en la campaña de vacunación y que se está intentando corregirlos.

En Andalucía, el ínclito vicepresidente Juan Marín, diana predilecta de los elogios de sus compañeros de gobierno del PP (no así de los de su propio partido), que tiene el récord con un porcentaje próximo al 100% de errores en sus predicciones, ha estimado oportuno, sin una sola referencia a algún estudio epidemiológico o a alguna estadística solvente, que la presencia de la variante británica del virus es del 70%. En momentos de inseguridades y miedos no es admisible que un dirigente político sin el más mínimo rigor se atreva a inventar unos datos que aumentan el temor en la ciudadanía andaluza. En este caso la humildad y prudencia sólo consisten en tener la habilidad de saber cuándo lo mejor es callarse.

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