La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
ESTA ha sido la semana de la réplica central de las de las balanzas fiscales. Cataluña lleva años afinando su versión de la balanza fiscal "con España", y en el desequilibrio entre lo que Cataluña aporta al Estado en impuestos y lo que recibe de él en inversiones basan el simpático lema "Espanya ens roba". En este estandarte fiscal del nacionalismo agraviado tienen gran experiencia y llevan mucha ventaja al resto, casi como en el hockey sobre patines. El Gobierno de Rajoy y Montoro ha utilizado otra metodología y, aunque los resultados son bien distintos y, según éstos, "España les roba" sólo algo más de la mitad de lo que Cataluña denuncia, el Govern de Mas y Mas-Colell declara que algo es algo. De nada sirve recordar que los impuestos son personales y no territoriales y que si unas regiones aportan más impuestos que otras es, sencillamente, porque ganan más y son más ricas. Este argumento es cierto, pero ante él se puede objetar muy lícitamente que cuando Andalucía ha recibido miles de millones de fondos europeos también lo ha hecho con una criterio territorial basado en la renta media andaluza. De nada sirve -y esto causa mayor perplejidad- que se está obviando que la madre de la balanza fiscal deficitaria catalana es su balanza comercial y es muy superavitaria: venden al resto del país más de lo que el resto les vende a ellos, como los alemanes con sus socios comunitarios, lo cual es comprobable en cualquier lineal de supermercado. También es llamativo que se ignore en todo esto la balanza financiera, que aunque es difícil de calcular indica qué parte de los depósitos bancarios de, por ejemplo, los andaluces van a regar inversiones y empresas de otros territorios, y la viceversa. Pero lo más sorprendente de todo es que Montoro diga el jueves que en la publicidad de su versión de la balanzas fiscales españolas "no hay en absoluto intención política". Hombre, por favor: toda la vida negando la pertinencia de su cálculo y ahora, en puertas del proyecto de referéndum de independencia catalán, toma balanzas fiscales. Claro que es un elemento clave de negociación política, quizá tardío, o simplemente inevitable. Bueno, hay una cosa más sorprendente: que Madrid, más deficitaria que Cataluña aún, se arrogue el papel de flotador fiscal español: ¿hay intención o no? Pero lo importante es que los motivos de los desequilibrios fiscales son radicalmente distintos en el caso catalán y el capitalino, y por eso las balanzas dicen mucho, y también pueden no decir nada significativo. En todo esto, Andalucía no tiene nada que ganar y sí mucho que perder. Cuidado, podemos sufrir daños colaterales...
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