A 25 años de la Expo 92, a 44 años de la muerte del maestro (8 de abril de 1973) recordamos hoy la gran exposición que con motivo de la Expo nos regaló la Junta de Andalucía: Picasso Clásico. Fue el Palacio Episcopal quien colgó tan fabulosa muestra y quien albergó a los miles de malagueños que convivimos con ella. La familia Picasso también estuvo presente. Christine, Bernard, Paloma, Claude, nieta, parientes y séquito nos abrumaron de amabilidad y complacencia. Yo era entonces director de la Fundación Picasso y puedo testimoniarlo. Pedro Aparicio, alcalde, inauguró el evento con la solemnidad que provocaba. La obra expuesta era imponente, desconocida, clarificadora, representada en todas las técnicas y tamaños que iban desde El Hércules (1890) a Los niños caballeros (1906), los Retratos de Olga (1917), las bañistas y desnudos de Fontainebleau (1921), La dama oferente (1933) y Cabeza de Dora Maar (1941). Pastorales, centauros, faunos, hasta El Rapto de las Sabinas (1963). Toda una fiesta y una lección para aquellos que aún decían: "lo de Picasso lo hace mi niño".

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