Cenacheriland
Ignacio del Valle
Tragarte tus palabras
PARECE que las tragedias siempre se ceban con los más débiles, pero los fenómenos naturales no entienden de fronteras, idiomas ni culturas. Esta vez le ha tocado a Nepal, un país pobre y, sin embargo, de una enorme riqueza patrimonial que ha quedado sepultada entre escombros junto a miles de personas que se vieron sorprendidas por una mortal sacudida. Se calcula que más de 10.000 personas han perdido la vida por un terremoto de consecuencias devastadoras que nadie esperaba. Quizás ese es el error que comete el ser humano con frecuencia y es que olvida con demasiada facilidad los peligros de la naturaleza con los que tiene que convivir. Los medios técnicos y los datos históricos con los que cuenta a día de hoy la comunidad científica no son suficientes para predecir ni cuándo ni dónde se va a producir un terremoto. Pero éstos, al igual que otros fenómenos naturales, sí son previsibles. Es decir, se sabe a ciencia cierta que hay zonas que por su ubicación tarde o temprano lo van a sufrir. Si sabemos que la naturaleza da esos sustos cada cierto tiempo y que hay zonas con más riesgo que otro, ¿por qué no se toman medidas para minimizar sus efectos?. Está claro que ante un terremoto de una magnitud como el que ha asolado Nepal es difícil que no haya víctimas por más medidas preventivas que se adopten, pero desde luego no estaríamos hablando de miles de muertos. También es cierto que no todos los países tienen la capacidad económica de protegerse de forma férrea frente a los terremotos como lo hace Japón con sus exigentes construcciones sismorresistentes. Pero siempre hay algo que se pueda hacer dentro de las posibilidades de cada uno para tratar de reducir los riesgos. Es como vivir a los pies de un volcán o construir una casa en el cauce de un río. El ser humano está constantemente provocando a la naturaleza con acciones como ésta y solamente se echa las manos a la cabeza cuando ve las consecuencias. En Málaga, sabemos mucho de eso. En una zona orográficamente compleja y un clima típicamente mediterráneo caracterizado por frecuentes episodios de lluvias torrenciales, lo de invadir los ríos es algo que se ve con mucha normalidad. Hasta que llueve y el agua busca su cauce llevándose por delante todo lo que encuentra a su paso, nadie parece reparar en ese riesgo. Tampoco la provincia se escapa del riesgo de sufrir devastadores terremotos. Es un área de una intensa actividad sísmica y no exenta de sufrir un devastador terremoto. La pregunta es si estamos preparados para afrontarlo.
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