En tránsito
Eduardo Jordá
¿Tú también, Bruto?
SI el Gobierno socialista hubiera puesto en marcha un plan de acercamiento de presos etarras a cárceles del País Vasco, tras el abandono de la violencia hecho por ETA hace seis meses, sencillamente no habría podido. La presión de las asociaciones de víctimas del terrorismo y de la caverna le hubiera obligado a dar marcha atrás.
Sólo un Gobierno del PP presidido por Mariano Rajoy se puede sentir con fuerza para resistir los efectos en la opinión pública de un programa de reinserción que, sin abandonar la firmeza, constituye un paso adelante inteligente en el camino hacia el final definitivo de la violencia.
Porque el plan anunciado por el ministro del Interior -que hubiera merecido una comparecencia pública en España y no unas declaraciones en Luxemburgo- no altera para nada la esencia de la política antiterrorista. Estaba cantado que las asociaciones de víctimas más beligerantes iban a hablar de traición, como han hecho enseguida, pero si se mira bien el contenido no hay nada de eso.
Lo que hay es un cambio no radical en la política penitenciaria. Hasta ahora un terrorista que cumple condena por sus crímenes podía beneficiarse de un acercamiento a prisiones vascas si rechazaba de forma expresa la violencia, se desvinculaba de la banda y pedía perdón a sus víctimas. Estas condiciones las impuso el Ministerio del Interior en la última etapa socialista. Lo que ha hecho ahora el ministro del Interior popular, Jorge Fernández, con esta herencia del PSOE es conservar los dos primeros requisitos y eliminar el otro. Desde la entrada en vigor de esta nueva política, los terroristas no tendrán que pedir perdón a las víctimas y podrán integrarse sin cumplir esta condición en los grupos de reinsertables a los que se trata de educar en los valores democráticos y capacitar profesionalmente para un hipotético futuro en libertad.
Debe subrayarse que este itinerario de reinserción no significa que los presos que se acojan a él reciban automáticamente los beneficios penitenciarios que se piensa (permisos, tercer grado, libertad condicional). Para conseguirlos sí que habrán de solicitar el perdón, colaborar con las autoridades y hacer frente a las indemnizaciones civiles por los daños que causaron. Aquí no existe novedad. Son beneficios individuales, que dependerán de la conducta de cada preso y siempre con estos requisitos que continúan vigentes. Como ha dicho el ministro, no existe ni acercamiento generalizado ni, mucho menos, amnistías o indultos.
Este plan, ciertamente, promueve el acercamiento y la reinserción aun sin que la banda se haya disuelto del todo -éste es el cambio efectivo-, pero mantiene las exigencias básicas y ayudará a que algunos etarras rompan con la organización. Una buena medida.
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