Reinserción

No puedo evitar pensar en ella ahora que han pasado tres días desde que sufrió esa violación

No puedo evitar dejar de pensar en ella. Me pregunto, dónde estará, aunque la imagino en su casa intentando sobreponerse de la agresión sexual. Me invaden las suposiciones. Quizá se haya dejado acompañar por su familia o, por el contrario, prefiera manejar su dolor en soledad. Puede que haya tomado la decisión de acudir a un especialista para gestionar sus emociones con el deseo de colocar de la mejor manera posible en su memoria un hecho, que inevitablemente, jamás podrá borrar de su recuerdo. Puede que, durante el día, porque no le queda más remedio que incorporarse al trabajo, conviva con sus compañeros mientras disimula normalidad. Cabe la opción de que nunca comparta lo sucedido para evitar quedar señalada por vida. No puedo evitar pensar en ella ahora que han pasado tres días desde que sufrió esa violación. Tampoco puedo dejar de reivindicar leyes más duras para que un violador, además de pagar por sus crímenes, se le obligue a recibir a tratamientos en prisión. La última violación que hemos conocido es otro caso más que clama para que los violadores reciban penas más duras. Las violaciones no son hechos a los que la sociedad deba acostumbrarse asumiéndolos como un anecdotario enmarcado en una España en blanco y negro. Es increíble que se avance en animar a las mujeres a que denuncien las agresiones sexuales, violaciones y malos tratos, y por el contrario, no se haya evolucionado en el trato que han de recibir los criminales. El agresor que este pasado miércoles atacó a una mujer en Sevilla, es reincidente. Y, aquí, me surge otro conflicto. Quien viola, viola y eso es motivo para una condena permanente. Fernando G. S., se llama. 57 años. El pasado miércoles siguió a una mujer hasta su casa. La forzó para subir a su vivienda donde la encerró con las llaves que se guardó en su bolsillo. Le quitó el móvil. Durante tres horas la agredió sexualmente. La violó mientras la amenazaba con un cuchillo que la hirió. La mujer, después de tres horas, pudo pedir auxilio. Él fue detenido en las inmediaciones de Plaza de Armas. Este criminal, había estado en la cárcel 25 años por delitos similares y tiene delitos desde hace 35 años. En 1985 fue acusado de agresión sexual en Córdoba. No cumplió condena. En 1991 cometió un robo por el que le condenaron a 15 años. Sólo cumplió cinco. En 1998 ingresó en la cárcel de León por otra agresión sexual, le cayeron 20 años. En 2018 regresa a Jaén y va de Córdoba hasta Sevilla donde ataca a una mujer. La Policía está cotejando su perfil con las denuncias de varias mujeres. ¿Y ahora, qué?

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