El prisma

Javier Gómez

Sobrevivir a la Feria

16 de agosto 2009 - 01:00

CONFIESO que entre toda la basura que se emite en televisión (y como todo el mundo sabe, la basura huele peor y resulta más asquerosa en verano), durante las vacaciones he caído víctima de El último superviviente. Para los que nunca lo hayan visto, lo resumo: se trata del programa de un ex marine británico al que tiran en paracaídas en cualquier lugar salvaje del mundo con apenas un cuchillo para buscarse la vida, alimentarse y salir de allí. El documental, producido por el Discovery Channel, tiene cientos de detractores en internet, y Youtube está lleno de vídeos en los que se desmontan tanto lo peligroso de los parajes (selvas con hoteles, desfiladeros en el desierto con carreteras a pocos metros) como la soledad del protagonista -lo acompaña un amplio equipo de cámaras, técnicos de sonido y productores-.

Además de catalogar de farsante a Bear Grylls, como se llama el personaje, en la Red se le acusa de poner en peligro la vida de los muchos imitadores que le han salido, ya que sus técnicas de supervivencia podrían acelerar la muerte de quien ose seguir su escatológico menú. Cualquier porquería, insecto o animal muerto que encuentra se los lleva a la boca. Pero todas esas críticas sólo han conseguido que Grylls me caiga aún más simpático. Ahí tenemos un tipo que decide, a los tres años de alistarse, que el Ejército no es lo suyo, y a base de comer mierda se convierte en millonario y famoso. Piénsenlo bien: ¿Acaso no tragamos todos y cada uno de nosotros nuestra correspondiente porción en el trabajo y no salimos de pobres?

No puedo dejar de imaginarme a Grylls en una hipotética misión de supervivencia en la Feria de Málaga. ¿Escaparía de la maldición del Puerto o se clavaría una palmera en el trasero al aterrizar con su paracaídas en el muelle 2? ¿Lograría que no lo atropellara un coche al cruzar la Alameda? ¿Se hundiría en las zanjas del Metro? ¿Escogería el inhóspito Cortijo de Torres o el belicoso centro para sobrevivir? ¿Se alimentaría de berzas y bocadillos de pringá hasta que su estómago de hierro dijera basta? Para sobrevivir a estos nueve días de Feria, especialmente quienes trabajamos cerca del epicentro festivo, hay que tener dentro un pequeño superviviente. Y ciertas provisiones de buen humor.

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