Desde la madriguera

Ignacio del Valle

Súper y Funky

Todo comienza por el consenso de la lista de la compra, aquí esto se parece a la negociación de los presupuestos generales del estado de ruina supervisados por la Merkel. No señalo a nadie.

Las salidas al espacio histerior de la madriguera submarino neotiesa las preparamos muy a lo estado mayor. Una planificación de hora zulú para no hacer el tripaloski de cola en fila penitente. Todo comienza por el consenso de la lista de la compra, aquí esto se parece a la negociación de los presupuestos generales del estado de ruina supervisados por la Merkel. No señalo a nadie. En esta ocasión tras el arresto en el escobero me presté voluntario para lavar la imagen y también la colada porque la munición de detergente escasea y las vituallas en existencia auguran ayuno forzoso durante la semana santa. Y así enmascaferillado y con los auriculares a todo Funky enfilé por el paseo marítimo con un listado de productos básicos por salvoconducto. A doscientos metros otro despistado. El sábado tenía el mar de color batido dietético con sabor a chocolate de pega. El temporal se ha mangado la arena. En éstas me encuentro con un tallaje de hombres de carro a la puerta del MercaRoig. Pasando el tiempo en guante morado , mascarilla, bufanda o a pelo en pecho legionario. Servidor enmascaferillado con el filtro de café de la melita. pululábamos por ahí, parecíamos clientes vip con todo el súper para nosotros con un personal reponedor shopper siempre a mano. Algún hueco donde los frescos y olor a desinfectante con efecto tranquimazin. Me ayudó mucho la musiquilla alegre en las orejas. Escuchando Funky me la sensación de que son melodías interpretadas por músicos de blues en su día de paga. Tiene esa alegría volátil del sábado a la noche ya cobré y que me quiten “lo bailao y lo pillao”.  Con tanta excitación y peso muerto, en modo porteador himalayo enfilé de regreso para el hogar, cuartelero hogar, arrastrando la carga con la respiración acelerada, inflando y desinflando la mascaferilla de café detentevirus y empaña gafas. Tentado por parar y echar un piti a la orilla de las achampañadas olas marrones. Llegué al santuario cueva antes del aló presidente de hora y pico en horario noticioso. Un discurso tan inspirador en el vecindario que ha provocado una novena de caceroladas sinfónicas, de momento.

 

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