Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Tinta de calamar

EL Gobierno ha encontrado un buen remedio contra los efectos de la crisis sobre los ciudadanos. La tinta de calamar. Es muy completo; tiene energía, proteínas, hidratos de carbono, fibra, calcio y vitamina A. También sirve para distraer la atención y camuflar defectos propios o del paisaje. La crisis gana terreno: el PIB de la Eurozona ha bajado en el segundo trimestre. Zapatero tiene razón cuando dice que España es la que va mejor de los cinco grandes. En Alemania ha bajado el producto bruto nacional en medio punto, en Francia e Italia un 0,3 y el Reino Unido se ha quedado como estaba. El famélico +0,1 del PIB español resulta ser un récord de Europa.

Pero todos los días hay malas noticias en España. En agosto, la venta de coches ha caído un 41%. La producción industrial ha bajado 4,4 puntos en el último año. Y Andalucía es la región con peor evolución en este campo. A pesar de éstos y otros datos, la Administración española encabeza la competición de estados de ánimo. El presidente del Gobierno sostiene algo indiscutible, que el pesimismo no crea puestos de trabajo. A esto hay que añadir que España también ostenta el liderazgo continental en producción de tinta de calamar: por orden alfabético, los ministros van soltando ideas, ocurrencias y debates polémicos para evitar que la opinión pública piense en la crisis. Con lo que la tinta de calamar adquiere virtudes psicotrópicas.

Con la A, la ministra Aído propone revisar la ley del aborto, que no estaba en el programa electoral del PSOE. Con la B, Bernat Soria planea regular el suicidio asistido esta legislatura. Con la C, Corbacho comunica que se han terminado los contratos en origen para los inmigrantes. Propongo que se sigan deletreando propuestas, que además de distraer, modernicen nuestra economía. Con la D, la desaparición de las Diputaciones y el adelgazamiento de la burocracia administrativa. Alguien nos debería explicar por qué en Cataluña hay 38 funcionarios por cada mil habitantes, el Andalucía 60 y en Extremadura 85. Con la E, la ministra Elena Espinosa podría proponer condicionar el sistema de ayudas agrícolas a la industrialización y comercialización. ¿Cuánto dinero pierde Andalucía por vender el 80% de su aceite de oliva a granel, para que los italianos lo envasen con el letrero Made in Italy?

Con la F, la vicepresidenta Fernández de la Vega explicaría por qué España es el segundo país de Europa que más energía gasta para producir una unidad de PIB. Con la G, la ministra Garmendia dedicaría ayudas a las empresas más competitivas, para que mejoren su innovación, creen más empleo y aumenten su mercado internacional, en vez de enterrar dinero en compañías sin futuro. Y así sucesivamente. Sin trampas. Sin tinta de cefalópodo, que también se utiliza para tatuajes temporales: pero ese camuflaje, como el de los calamares, es efímero.

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