Las dos orillas

José Joaquín / León

La Vía Catalana llega a Bruselas

17 de septiembre 2013 - 01:00

HA llegado el momento de coger el toro por los cuernos, aunque en Cataluña hayan prohibido las corridas. Si se sigue como si nada, puede ocurrir que sólo sean factibles las opciones extremas, cuando se quiera actuar. Mientras en Madrid sueñan con una conversión de Mas a la españolidad, en Cataluña el independentismo está en aumento. No sólo por la Vía Catalana, sino porque ya circulan encuestas según las cuales el 52% de los catalanes votarían a favor de la independencia, cuando hace poco no la apoyaban ni un 35%. La tendencia irá a más, si no se frena.

¿Cuál es la solución? Inevitablemente, pasa por la UE. Hace falta un pronunciamiento, nítido e indiscutible, en contra de las secesiones en los estados miembros. Si no lo hacen así, que afronten las consecuencias, porque después de Cataluña podría pedir lo mismo el País Vasco, y quizá también Lombardía aspire a separarse de Italia, aparte de lo que ocurra en Escocia. A Europa, con la crisis en vías de lenta resolución, lo último que le interesa ahora es generalizar conflictos territoriales.

Ayer el comisario Joaquín Almunia lo dijo con cierta timidez: si Cataluña se independiza, no estará en Europa. Pasa con Almunia que nadie le echa cuenta; por eso, él está bien colocado, desde aquellas primarias, pero sin jerarquía real. El argumento es que un nuevo país debe empezar el proceso de adhesión desde fuera. Pero España debería solicitar al Consejo de Gobierno un pronunciamiento que no deje dudas. Y lo debe hacer porque es la única vía que van a entender en Cataluña. Allí se valora la independencia desde el punto de vista de la cartera: vamos a vivir mejor sin pagar a España, que nos maltrata. Ese es el argumento. Sólo se puede reconducir si queda muy claro que van a vivir peor.

A partir de ahí, es discutible que el modelo autonómico deba ser el mismo de hace casi 40 años. En el café para todos, hay adictos a la cafeína y otros que lo piden descafeinado. A estas alturas, Murcia no puede ser comparable a Cataluña. Y habría que volver a las autonomías o territorios de primera y de segunda, porque esa es la realidad. Si eso se redefiniera, estaría por ver si la Andalucía de hoy es de primera o de segunda (o incluso de tercera).

El problema catalán, como la crisis, se complicó por culpa de Zapatero, que fue como una plaga bíblica. Ahora hay que recuperar la sensatez, eso que allí se llama seny, y que siempre tiene un precio.

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