Volver a empezar

El Gobierno tiene facilidad en complicarse la existencia creando problemas donde no debía haberlos

Las medallas de plata y bronce que saben a oro, las lágrimas de Messi y la ola de calor rescataron a este país y a sus medios de comunicación de una canícula plana y aburrida sin noticias ni conflictos. La política y sus protagonistas habían desaparecido del horizonte y tertulianos y periodistas escarbaban en los pliegues de la actualidad para poder encontrar una declaración interesante o una actuación polémica. La realidad era un páramo donde ninguna figura pública más allá de los deportistas y los meteorólogos adquirían protagonismo. Se estableció una calma densa y estática que amenazaba con hacerse permanente. Pero no había que confiarse; no se trataba de una retirada, sino de una tregua trampa: en los escondidos despachos del estío se amasaba el "autonno caldo", que en versión hispana mejor sería llamarlo otoño ruidoso.

Volvemos donde lo dejamos, y ya comienza a estirarse la actualidad política en la que podía pensar que iniciamos una rentrée cargada de acontecimientos trascendentes. Es posible que durante este tiempo se plantee el aumento del salario mínimo en el país europeo que más lo ha subido en los últimos tres años, recibiremos la mayor cantidad de dinero de la historia a través del fondo de reconstrucción de la UE y, muy posiblemente, seguiremos siendo de los primeros estados de occidente en el porcentaje de ciudadanos vacunados, que no deja de ser un gran triunfo del Gobierno central, de los autonómicos y de la propia sociedad, que está siendo responsable y disciplinada. Pero no se confundan. Ninguno de estos temas serán el centro del debate político. La oposición centrará sus esfuerzos en que sus ruidos y sus críticas caminen por otros cauces más inquietantes, aunque no más trascendentes que nos llevaran a las grandes discusiones sobre la mesa del diálogo con Cataluña, pasando en estos momentos, como no, por el clásico de la desaparición del presidente en vacaciones (tema que se repite anualmente) hasta llegar al más original sin duda, como está siendo las zapatillas o alpargatas de Pedro Sánchez en su fugaz comparecencia pública. La oposición tratará así de enredar en lo anecdótico y tapar lo trascendente, que en este caso parece contar con la inestimable colaboración del propio gobierno, que tiene una llamativa facilidad en complicarse la existencia creando problemas donde no debía haberlos o gestionando con torpeza y oscurantismo temas tan delicados como la repatriación de los menores en Ceuta. O sea, volvemos a empezar.

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