El alcalde emérito

Vista de la situación parece que más difícil que mantenerse es saber irse… en su momento

Curiosamente, el interés de las listas municipales del PP en Málaga se centra en saber quién ocupará el número dos, o lo que es lo mismo, quién estará en el primer puesto para la sucesión del actual alcalde, si es que sale elegido el próximo mes de mayo. Aunque algunos dirigentes del propio partido traten de ver este expectativa como algo normal, lo cierto es que en ninguna otra lista ni en ninguna otra capital andaluza planea igual o parecida preocupación. No cabe duda que la edad es un imponderable que vence a las más firmes voluntades y que el largo recorrido político del actual alcalde y candidato popular planea intensamente sobre este interés añadido en la lista municipal. Existe la sensación de que se puede estar programando un relevo en la sombra y, mientras, se presenta como candidato una especie de alcalde emérito al que se pretende mantener con todos los honores y con funciones limitadas, se urde la operación de preparar a la persona sustituta sin tener que asumir el riesgo de confrontarla en unas elecciones. En definitiva, puede pensarse que para los próximos comicios locales se intenta alargar más allá de lo razonable la presencia política del actual alcalde para capitalizar así el prestigio y popularidad que haya podido obtener en su ya larguísimo mandato, para después, aprovechando cualquier coyuntura, producir un cambio de regidor sin tener que asumir ningún coste electoral. El mismo hecho de haber reconocido por el principal protagonista que la persona llamada a sustituirle tiene que estar en la lista que se presente ahora anuncia claramente esta intención, pues si el pretendido relevo se planeara concluido el próximo mandato no tiene sentido esta preocupación suplementaria. No cabe duda que esta operación, que no es ni mucho menos una descabellada hipótesis, tiene todos los elementos de legitimidad y legalidad necesarios y nadie puede poner ningún reparo formal. Otra cosa es la valoración ética de la operación. Se corre el riesgo de incurrir en una ficción electoral en la que se presenta a un candidato que no terminará su mandato mientras que sigilosamente se prepara a otra persona que desde el primer día calienta en la banda dispuesto a saltar al campo en cualquier momento. Este tipo de operaciones rozan el fraude moral y suele generar frustración en el electorado. Siempre se dijo que más difícil que llegar es mantenerse, pero a la vista de la situación parece que más difícil que mantenerse es saber irse… en su momento.

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