La cabra y el charnego

14 de octubre 2025 - 03:07

El otro día, dijo Rufián en el Congreso: “Señorías de Vox, ustedes van a denunciar por malversación a no sé quién por lo del otro día... Yo les digo algo: Si yo pago cada año el paseo de una cabra -¡de una cabra!- por las calles de Madrid para que ustedes aplaudan el 12 de octubre, ustedes van a pagar la repatriación de 50 compatriotas por el secuestro de Israel”, dijo Rufián en el Congreso. ¿Israel vino y secuestró a los de la flotilla? ¡Vamos, anda! A otro con esa historia.

Por si su señoría -charnego de ocho apellidos andaluces, padre y abuelos jiennenses y granadinos-, que tanto odia a España, no lo sabe, la Legión es una fuerza de élite del Ejército de Tierra fundada en 1920 por el comandante José Millán-Astray, que siempre ha cultivado una imagen fuerte, aguerrida y llena de simbolismo. Dentro de esa simbología, una de las imágenes más reconocibles (y entrañables) es la de una cabra desfilando junto a los legionarios. Y ¿por qué una cabra? Pues porque, desde los inicios de la Legión, se permitía a las unidades tener mascotas, ya que estas servían para elevar la moral de los soldados y crear vínculos afectivos en medio de contextos difíciles. Como la Legión operaba en territorios del norte de África, era común encontrar animales como monos, loros, camellos e incluso osos como mascotas. Sin embargo, con el tiempo, fue la cabra la que se quedó como símbolo más representativo, ya que las cabras eran fáciles de cuidar, resistentes, y encajaban bien con la imagen ruda y austera del legionario. Aunque, no siempre ha sido cabra la mascota, también lo han sido carneros y otros animales. A esos animales-mascotas, los legionarios los han cuidado y les han profesado un especial cariño, siendo como son, además, muy fáciles de domar y muy barato de mantener.

El antiespañolismo del Sr. Rufián, que contrasta ostensiblemente con su ascendencia profundamente andaluza y, por tanto, española, le lleva a quejarse de lo que de sus impuestos se detrae para el desfile de la cabra de la Legión, y compararlo con el gasto que supone el desfile de un barco de guerra para escoltar a una flotilla de barquitos con gente que, ni llevaban nada útil, ni se creían que con eso iban a parar el conflicto. Reconozcan que hubiese sido más barato, y lo hubiesen agradecido más los gazatíes, si la flotilla, en lugar de gente con postureo hubiese llevado un rebaño de cabras. Así al Sr. Rufián no le sabría tan mal el desfile de la cabra de la Legión.

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