ANTE los tiempos de crisis, los socialistas malagueños, además de pedir a sus cargos públicos que congelen sus salarios, les han pedido que sean menos ostentosos y que no utilicen el coche oficial para asistir a actos del partido. Es una recomendación prudente que apela a algo tan obvio como no confundir lo institucional con lo privado. Una cuestión de ética, pero sobre todo de estética, hay que ser honrados y además parecerlo. Aunque, puestos a ser austeros, probablemente tendrían que preguntarse si realmente hacen falta tantos coches oficiales con sus respectivos conductores.

Esta recurrente cuestión de la confusión entre partido e instituciones ha vuelto a aparecer con motivo del nombramiento de los delegados de la Junta en Málaga. Gracias al aumento de consejerías, ha habido tres nombramientos y un solo cese. En un áureo ejercicio de corrección política, las nombradas son mujeres y el cesado varón. Aunque entre tanta novedad quien ha atraído toda la atención periodística ha sido este último. Hay un notable cambio en el perfil de las nuevas delegadas en relación con el saliente Trillo. Éste llegó a la delegación de Medio Ambiente con una amplia experiencia política a sus espaldas, tanto desde el punto de vista orgánico -había sido secretario general del PCE en Málaga en los primeros años de la democracia- como administrativo, habiendo ocupado diversas responsabilidades públicas. De hecho, ese bagaje se ha reflejado en el desempeño de su función, ya que ha sido, especialmente en los últimos años, el delegado con más perfil político, llegando incluso a suplir las carencias de Bustinduy en su oposición al alcalde.

El hiperactivo y mediático Nacho Trillo ha caído en loor de multitudes y parabienes mediáticos. Era un cese anunciado y la demora en su ejecución sólo puede tener una explicación: fieles al proverbio árabe, los responsables serán de los que piensan que la venganza es un plato que debe servirse frío. A pesar del correcto perfil curricular de las nombradas y de los doce años que Trillo ha ocupado la delegación de Medio Ambiente, nadie ha puesto en duda que su marcha es consecuencia de haber expresado opiniones críticas contra la anterior dirección provincial. Sumado además a las represalias de Pendón contra Fernando Centeno y Lina Vidales, adquiere todo un inquietante aire de purga. En Sevilla, que junto a Málaga fue la otra agrupación de Andalucía donde se plantó cara a la candidatura del aparato, ha sido cesado el delegado del Gobierno por haber encabezado una lista alternativa. La cosa tiene mala pinta, practicar sin el menor disimulo la venganza política, pasando factura de las confrontaciones orgánicas removiendo a cargos institucionales, es un síntoma muy preocupante de esclerosis democrática. Aunque, paradójicamente, lo que pretenden ser golpes de autoridad (autoritarismo en realidad) más bien parecen confirmar la existencia de síntomas de fatiga crepuscular en la cúpula regional socialista.

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