EL cine exhibido en España atraviesa por una grave crisis. Durante el año 2007, y por tercer año consecutivo, los espectadores han huido de la gran pantalla. Todavía ésta atrajo a 102 millones de espectadores, pero dicha cifra supone 20 millones menos que en 2006. La caída ha sido, pues, del 16 por ciento en sólo doce meses. Se han cerrado numerosas salas cinematográficas. La conclusión es que el cine como espectáculo va de capa caída, al menos en su formato tradicional. Las descargas en internet, el cine en televisión y la aparición de nuevas posibilidades tecnológicas de contemplar películas sin pasar por taquilla están provocando una disminución enorme de la rentabilidad de este sector exhibidor tradicional, al que ni siquiera la proliferación de salas multicines en centros de ocio de masas sirve de paliativo. Dentro de este panorama ciertamente desolador, el cine español languidece. Menos de un 13 por ciento de los espectadores que acudieron al cine en 2007 lo hicieron para ver un filme de producción nacional, y eso que se distribuyeron 337 nuevas películas. Que en el listado de las veinticinco películas más taquilleras de este año sólo entrasen dos cintas españolas (El orfanato y REC) dice mucho, y negativo, acerca del cine español. Se equivocaría el Gobierno si, haciendo caso al influyente grupo de presión que domina el cine producido en España, pensara que esta crisis se arregla con mayores subvenciones o con medidas legislativas destinadas a la protección de la cinematografía nacional cerrando la entrada de producciones extranjeras, básicamente norteamericanas. La verdad es que el nivel de creatividad y arte en el sector no da para que entre las 337 películas estrenadas en el año recién concluido haya muchas que sean capaces por su calidad de atraer a los espectadores. Historias repetitivas, guiones inconsistentes y cierta frivolidad en el mundo de la dirección explican en buena parte esta crisis, compatible con algunas producciones notables y unos cuadros artísticos de indudable valía. Todo ello, repetimos, dentro de un contexto en el que la asistencia al cine ha dejado de llenar el tiempo de ocio básico de muchos españoles.

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