Comercios resistentes

Frente a las grandes superficies. Plantando cara al comercio electrónico o sumándose a él. Los comercios tradicionales intentan resistir el acoso de las franquicias impostadas con aires vintage de cartón piedra. Ahora todo son hipsters con mandil y gorrito de tradición impostada. Parecen sacados de una serie ambientada en los sesenta. El comerciante burgués, por lo de ciudadano, es otra especie en extinción. Cuentas y sudores. Las droguerías, zapaterías, ferreterías, mercerías, papelerías de barrio… Del casco histórico van esfumándose todos los escaparates y negocios que salían anunciados en las páginas amarillas. El precio de alquiler de los locales, apoquinar el género por adelantado, el pago de las nóminas, seguros y suministros más todo el papeleo e inspecciones. Un viacrucis que fumiga todas las ganas de emprender. Y aún así siguen dando el callo. No sé si cuando un comercio echa la trapa final morirán 7 gatitos, imagino que cuando cierra un local de toda la vida a la calle se le cae un diente. En el peor de los casos se tapa el hueco con el implante de un apartamento turístico. Nuevos tiempos que arrastran hasta a los supermercados donde se pretende sustituir a los cajeros por máquinas. Ahora nos hace gracia ver robots rulando por los pasillos en vez de azafatas degustadoras. En un mercado con los márgenes comerciales cada vez más famélicos y de competencia a cara de perro, se agradece que en los comercios de siempre nos atiendan con una sonrisa. Y eso que hay clientela que se las trae, faltas de respeto y desaires, mangantes… pero ya sabe amigo , el cliente siempre tiene la razón. Los mejores profesionales de cara al público son de una madera especial. No sólo por su auténtica amabilidad. Son personas a las que les gusta el trato humano. Las que te aconsejan y te proveen justo de lo que necesitas, te asesoran y por supuesto que hacen el negocio, el de que regreses porque se han ganado tu confianza. Y esa es la clave del buen comerciante de barrio: te evita una clavada para hacer caja hoy y le puedas recriminar la engañifa pasado mañana. Encima te fía. Pero a pesar de toda esta entrega y sacrificio las cuentas salen cojas. Y esa es la clave de todo: los números con demasiada frecuencia se intentan suplir con trabajo y pasión, pero vaya usted con ese cuento al banco. Del relevo generacional hablamos otro día ;-)

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