Reflejos de Málaga
Jorge López Martínez
¡Que viene el ‘loVox’!
Intento mantener las distancias y no dejarme abducir por nadie, y quizá por eso me sacuden desde ambos extremos. Cuando nuestro presidente logró aquella histórica moción de censura, ¡vive Dios que lo celebré! Era como el salvador de la putrefacción y la injusticia. El mesías de nuestra denigrante sociedad. Detesto la corrupción y el mamoneo con todas mis fuerzas. Siempre pienso en quienes madrugan y trabajan como mulos por un sueldo miserable, mientras otros desalmados roban sin pudor y viven como reyes. A veces dan ganas de prender fuego a tanto sinvergüenza: se justifican, lo niegan… y jamás devuelven lo robado.
Lo que más me revienta es ese nutrido grupo de votantes abducidos que mira hacia otro lado y se refugia en el vomitivo “y tú más”, permitiendo así que sus corruptos favoritos sigan campando a sus anchas. Antes veía a los conservadores votar a los suyos pasara lo que pasara; ahora los progres hacen exactamente lo mismo. Y, como progre confeso, siento tal vergüenza y decepción que ya me llaman carca o facha. No quieren autocrítica: solo atacar al rival. La ideología es tan poderosa que ciega por completo. Me niego a subirme al carro de los abducidos. Ya me advierten que recibiré palos de todas partes, pero prefiero ser consecuente y honrar la verdad antes que rendirme a un bando donde la autocrítica brilla por su ausencia y prefiere ser robado por “los nuestros”. Lamentable conclusión: no se piensa en un mundo más justo y equilibrado, sino en los errores ajenos para justificar los propios.
Así es imposible construir un país decente: se manipula, se difama, se miente, se esquivan responsabilidades, se pisotean normas y se protege al verdugo antes que a la víctima. Se alimenta la corrupción, se abandona la enseñanza, se sobreprotege al menor sin exigirle deberes, se engorda la burocracia y nadie conjuga el verbo dimitir. Prefiero mil veces una democracia sana a un desgobierno. En definitiva, nos estamos instalando en la mediocridad. Peor aún: en lo funesto. ¡Elecciones Ya! Y si tenemos que irnos a la mierda, será porque lo tenemos merecido.
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