La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

El cortijo

El pueblo ejecutó la hipoteca que perpetuaba al PSOE de Susana, pero todo préstamo tiene un plazo de vencimiento

Como creían que la finca andaluza les pertenecía por llevar ocupándola casi cuatro décadas, no hallan fácil consuelo ahora que les toca evacuarla porque hay que hacer la mudanza. Cuando el pueblo, único dueño de la propiedad, manda a sus nuevos coroneles a cambiar el mayorazgo del dominio, los que se creían intocables no aceptan fácilmente que el del camión capitoné sea el último viaje oficial de su gobierno.

A las izquierdas, especialmente al PSOE, les está sentando mal el jarabe democrático andaluz. Les cuesta irse al calmante vitaminado de la oposición con la dignidad y el sereno diagnóstico que requiere su convalecencia. La inyección de verdades de la jeringa andaluza les ha metido ese desaire en vena. Su corrupción parece haberles trastocado hacia el entontecimiento, provocando una cirrosis sistémica con la que contaminar el mismísimo hígado de su propia razón de ser.

Las izquierdas reclaman en la calle el ruido que ensordezca mejor su fracaso. Quieren evitar que los miren a ellos como vacuos lidercetes ebrios de demagogia, poniendo su batucada a porrompear tambores de susto antes de la cruenta batalla ideológica, e impedir con su verbena que la escopeta de la feria de cabreos obreros les apunte a ellos, lidercillos tan mejorables.

El pueblo en urnas ejecutó la hipoteca que perpetuaba en el cortijo al PSOE de Susana, para alegría de 'Falcon Pedro'. Todos los préstamos tienen un plazo de vencimiento, aunque algunos creyeran que lo suyo era para siempre. Y claro, ahora les puede la realidad, por imposible que les pareciera: dejarán de nutrir de mamandurrias y demás dádivas a los amiguetes o compinches, con esa insolente soberbia e impunidad que enseñaban al mundo.

Venían de adoctrinar votantes, Andalucía al máximo. De intentar convencernos que el buen andaluz es del PSOE. Que los demás idearios están ahí para cumplir con la cuota de apariencia democrática, prescindibles si no proscritos. Como un mal necesario, soportable hasta que vienen a desalojarlos del ejecutivo. Ese derecho a la alternancia será el sueño de los de derechas, pero no el de ellos, ungidos por la superioridad moral asumida con un garbo de naturalidad que espanta.

Gobernarnos creían que era su misión permanente, omnipotente y preeminente. En manos de PP y Cs queda poder demostrar lo contrario. Ni 100 días de cortesía tendrán, que antes incluso de su nombramiento ya les están pidiendo cuentas por la osadía de quitarlos del gobierno de la Junta, su cortijo.

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