
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Más tiempo y más cómplices
Lo que le digo, doña Rosita, cuando los parques no se cuidan, se mustian y encogen. Y al final, hasta le crecen bares y casas.
Mire usted lo que le ha pasado al parque de Repsol, que empezamos proyectándolo con una superficie de 177.000 metros cuadrados y ya solo quedan 65.000. Y aunque no nos salía gratis, que bastante nos costó que se llevaran los depósitos de la Campsa, su construcción la costeaban los propietarios de los suelos. Pero no lo hicieron, sino que vendieron los terrenos, y con ellos, la obligación de hacerlo. Con lo que con las lluvias del último boom inmobiliario ocurrió lo inevitable: le creció la edificabilidad y disminuyó la zona verde. Todavía salía gratis el pulmón verde, pero los daños ya eran irremediables, porque, aunque lo que llueva sea dinero, nunca cae a gusto de todos. Y como de aquellos barros solo podían venir estos lodos, para intentar salvar los muebles, al final asumimos la obligación de sufragar parte del parque y quedamos con parte de la edificabilidad. Cuya subasta contribuiría a construir este y otros espacios verdes. Así que cambiamos algunos de esos suelos por otros en Arraijanal y los convertimos en equipamiento deportivo para cedérselos a la fundación de un jeque que iba a hacer una academia de fútbol con el dinero de la venta del suelo residencial que le habíamos dado a cambio de sus vetustas instalaciones deportivas en Teatinos. Academia que a día de hoy se reduce a una estructura de hormigón. Pero en la que nos prometen que, con las lluvias de marzo, florecerá el primer campo de fútbol del mismo modo que verdea el jardín de su casa con las primeras gotas de otoño. Y con el paso de las estaciones llegaron las últimas municipales, cuya cosecha electoral fue abonada con la promesa de 130.000 metros cuadrados de parque y equipamientos. Pero se ve que la recolección no ha sido como se esperaba y los 130.000 metros se han quedado en 108.000, de los que solo 65.000 son realmente un parque. También se esperó que el suelo no solo diera viviendas, sino también las oficinas y hoteles que hicieran de ese enclave la city de Málaga, pero ahí se ve que el Sareb lleva una política económica puramente extractiva y ya ha comunicado que lo suyo se limita hacer caja.
Lo que le digo, doña Rosita, en esta ciudad lo único que agarra bien son las terrazas de los bares, y estas ya están arrasando hasta los naranjos de la plaza de la Merced.
También te puede interesar
Lo último