
La Rayuela
Lola Quero
Seguir al líder al despeñadero
LA actuación plañidera que tuvo el aún presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tras la dimisión de Santos Cerdán como número tres del partido y diputado fue puro teatro. El demoledor informe que la Guardia Civil ha presentado como policía judicial ante el Tribunal Supremo marca un antes y un después en esta legislatura inviable. Lo demuestra que el propio Sánchez considera que los “consistentes indicios” contra Cerdán bastan para que le exigiese la renuncia, pese a que cae el último muro de contención para que la riada de corrupción que le cerca no le alcanzase.
La fábula del ignorante que interpretó en la sede de Ferraz ayer ante los españoles, con rictus lastimero, ya anticipaba que no pensaba asumir ninguna responsabilidad porque dos de sus tres secretarios de organización liderasen una organización criminal, por más que, como buen trilero, dijese que lo hacía por triplicado. No hace nada. Bueno, sí: comete el error de poner bajo sospecha las cuentas del PSOE, que someterá a una auditoría externa, cuando ni el extensísimo y detallado informe de la UCO ni el auto del juez apuntan a financiación ilegal de la organización. ¿Es que sí sabe más de lo que dijo, con falsa pena, desconocer hasta la mañana de ayer?
La constatación de que sus más cercanos colaboradores se han dedicado a beneficiarse mediante el amaño, sean unas primarias sean contratos públicos para forrarse con mordidas, le señala hasta el punto de que la única salida digna que le queda es su dimisión, disuelva o no las Cortes Generales al renunciar antes.
Sánchez entiende la política como un ejercicio de resistencia. Y ayer se mantuvo en esa lógica. ¿Pero resistir para qué? ¿Para que el derrumbe no sólo arrase el sanchismo y también liquide a un partido centenario y sistémico en España?
Con la decisión que tomó ayer cruza el Rubicón: puede ser letal para su partido y también para los que aún le apoyan. Todos los que le votaron en una moción de censura contra la corrupción en 2018 que se revela como otro engaño más, esos que ahora se mancharán si mantienen su respaldo. Tanto que el presidente del PNV, Aitor Esteban, se sorprendía anoche de que Sánchez tratase el informe que incrimina a Cerdán como una sentencia condenatoria, al tiempo que admitía que si se presenta una moción de censura no sabe realmente qué pasaría, pese a no vislumbrar mayorías alternativas.
Ni siquiera así Alberto Núñez Feijóo antepone la decencia al cálculo político y corre el riesgo de situar a todos esos partidos ante el dilema moral y político de ser cómplices de esta fétida corrupción.
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