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Ignacio Del Valle

La economía del “me gusta”

Los números van por una parte y por otra la sensación de que hemos vendido el alma a un no sé qué.

18 de mayo 2023 - 00:00

Lo de “en Málaga se malvive mejor” se me quedó obsoleto. En Cenacherilland si vas neotieso ya pringas como en cualquier otra metrópoli de rascacielos relumbrón. Disfrutas hasta dónde te alcanza el monedero. Hoy el mito de la caverna de Platón se puede ejemplificar con los espejismos de Instagram y Tik Tok. La diferencia entre lo que hay de pega y lo que es verdadero. El español cuando canta, la pena espanta; cuando baila me temo lo peor. La onda bailonga nos invade. La publicidad refleja a la sociedad: hay “cienes y cienes” de anuncios, permítame la exageración, con sus pasitos de danza para venderte un seguro, un quitamanchas o agua embotellada. El seguimiento de la hiperactividad sobrevenida en redes sociales de las marcas personales y corporativas no figura aún en ningún termómetro, barómetro o informe de la cosa económica banquera. Pero hay síntomas de que el negocio no funciona bien del todo.

O puede que nos esté atropellando la transformación digital. Esta saturación de mensajes exhibe cierto desasosiego e imperativo de facturar a toda costa. Al margen de los profesionales que se dedican a la promoción y creación de contenidos que en ocasiones son hasta útiles ahora se suma la horda política con promociones de publicaciones de pago. Todos los partidos en las redes sociales están desaguando una catarata fierabrás de ilusiones electorales. Los datos de las contrataciones y empleo, perspectivas de crecimiento ladrillo-hostelero y todos los beneficios derivados del supuesto progreso, los buenos números de la hoja de cálculo, no sintonizan con las caras largas y la preocupación que se advierte en el paisanaje. Se palpa en las conversaciones. Las cuitas de la gente corriente con pavor inducido ante un porvenir miserable con mucho robot y secarral.

Los algoritmos pueden medir la realidad emocional, la temperatura del estado de ánimo e incluso manipularlo con el riego de mensajes concretos. Aquí los números van por una parte y por otra la sensación de que hemos vendido el alma a un no sé qué. La realidad en Cenacheriland es que el éxito se nos está yendo de las manos y recuperar el rumbo correcto, armonizar su legendaria calidad de vida no será cosa de cuatro días, por eso la economía del me gusta y estar de moda nos sale tan cara que no la podemos pagar.

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