Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Insisto. El mayor error de Pedro Sánchez en busca de su investidura tras haber perdido las elecciones no fue pactar con Carles Puigdemont para alquilarle sus siete votos, sino arrastrarse sin límite para conseguirlo. Si me apuran, el error grave no fue ni siquiera regalarle la amnistía y la condición de perseguido político, sino haber puesto en sus manos la gobernabilidad de España y la continuidad de su mandato.
Resumamos la jugada. En una democracia sólida no se puede negociar con un prófugo de la Justicia. Si resulta que lidera el partido cuyos votos necesitas para tu investidura, exígele al menos que designe un representante que viva en España –sobre cuyo gobierno es sobre lo que se negocia– y que no se haya fugado del país para escapar de la acción de la Justicia. Defiende, pues, que los pactos políticos para la gobernación de España se negocien en España por españoles en pleno disfrute de sus derechos, no en Bruselas, Waterloo o Ginebra. Oblígale, como prerrequisito, a que la negociación se haga directamente entre las partes, sin necesidad de un intermediario internacional como los que median entre dos Estados en guerra. Cataluña y España no son entes políticos independientes que precisen de un hombre bueno en territorio neutral. Ni se te ocurra firmar un papel en el que aceptas la tesis de que la situación penal de tu interlocutor es fruto de una persecución judicial injusta a su libertad de expresión. Si estás decidido a concederle la amnistía que rechazabas anteayer por inconstitucional, al menos negocia el texto correspondiente y no le regales el espectáculo chulesco de votarla en contra y obligarte en plan matón a una segunda versión a su gusto (es lo que hizo Junts en el Congreso). Si negocias desde una posición de debilidad, te ves abocado a prometerle a un interlocutor crecido cosas que no está en tu mano conseguir, como la cooficialidad del catalán en una Europa de 27 Estados, o que no debes ni plantearte, como la renuncia a las competencias sobre inmigración, o que te causarán problemas graves y deterioro electoral, como una financiación singular para Cataluña.
De modo que la negociación con Junts tiene poco que ver con las que hicieron, sin mayoría absoluta, Felipe González o Aznar con los predecesores de Junts. Los dos cedieron lo suyo, pero no pusieron en peligro la dignidad nacional ni su propia autoestima.
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