Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Vive Calila
Las Navidades, para los que pertenecemos a la civilización occidental que, se quiera o no, lleva intrínseca la celebración de la liturgia cristiana, son fechas de paz y amor. Son fechas de tranquilidad, en las que se presta más atención al disfrute de las relaciones humanas y en los intentos de hacer felices a los demás que a otros asuntos por importantes que estos sean. Son días del alción. Por si alguien no lo sabe, amigo lector, el alción es un ave marina a la que se le conoce vulgarmente como martín pescador; pero es mucho más interesante la acepción que tiene en la mitología griega. Alción era hija de Eolo, dios de los vientos, y se casó con Ceice, hijo del Lucero del Alba. Cuando éste pereció en un tormentoso naufragio, ella se arrojó al mar para morir ahogada con su amado. Zeus, el dios de los dioses se apiadó de ellos y los resucitó convirtiéndolos en esa ave que conocemos como martín pescador. Desde entonces, en los periodos en que Alción incuba sus huevos, en el nido que construye en las rocas batidas por el mar, el dios Eolo deja de soplar para que reine la calma. Por eso a los periodos de paz y tranquilidad se les denomina «días del alción».
En teoría, estas fechas y hasta pasada la Pascua, todos aquellos asuntos que nos alteran y nos enervan, que nos animan contra el distinto, que nos acervan el odio y el desamor hacia aquellos que no piensan como nosotros, deberían calmarnos y esperar a que el alción anide e incube sus huevos en paz. Pero no, salvo los anuncios de turrones, de Lamcom o de Paco Rabanne, los medios tan solo nos ofrecen encuestas electorales tendenciosas, discursos de confrontación y odio, llamadas a reforzar las trincheras para resistir contra el oponente y enarbolar la bandera del “no pasarán”. Incluso se lleva el discurso hasta emplear el termino de “rentabilidad” para el votante, para “España”, si se es quien gobierna (más o menos como el machista que afirma haberle salido rentable a su mujer por haberse casado con él).
Ante este panorama, siento una envidia inmensa de los políticos chilenos donde enfrentados José Antonio Kast, extrema derecha, y Jeannette Jara, comunista, aquél, ganador por mayoría, ha manifestado una postura de unidad y conciliación, renunciando a la presidencia de su partido para, según él, ser presidente de todos los chilenos. En tanto que la perdedora Jeannette se manifiesta por la unidad, el respeto a la decisión popular y ofrece toda colaboración en el traspaso del poder deseándole lo mejor a Kast por el bien de Chile. Ambos, bajando el listón ideológico de sus partidos, se han propuesto que los chilenos tengan durante todas estas Navidades unos días del alción.
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