Cenacheriland
Ignacio del Valle
Tragarte tus palabras
EN la noche del primero de marzo las urnas vascas dictaron sentencia, implorando en su veredicto por la necesidad de un cambio con el que pueda llegar la libertad a la única región de este país en la que durante tres décadas sólo ha existido para una parte de la sociedad de Euskadi. Hasta la fecha ha sido una libertad con minúsculas, unidireccional, de embudo, en la que los nacionalistas se han movido a sus anchas, dejando a los constitucionalistas sufriendo estrecheces inadmisibles. Ya es hora de cambiar.
Este anhelado cambio que demanda la nueva mayoría no nacionalista que parieron estas pasadas elecciones vascas debe personificarse en la figura de Patxi López. Al líder del PSE le corresponde demostrar talla política y altura de miras suficientes para poder presentar su candidatura a lehendakari con el apoyo de los otros dos partidos del mapa político constitucionalista vasco, PP y UPyD, y pueda formarse un gobierno no nacionalista en el País Vasco que acabe con 30 años de nacionalismo.
No hay que dejar pasar esta oportunidad que se nos brinda, por muy difícil que pueda resultar para el electorado socialista el gobernar apoyados en el principal partido de la oposición, sin pararse a pensar en las posibles consecuencias que esto tendrá en las relaciones en Madrid con el PNV, o en lo complicado que resultará a partir de ahora para Zapatero seguir manteniendo uno de los pilares de su discurso político desde que llegó a la Moncloa, la demonización del PP para su destierro del panorama político español. Todo esto es secundario, no es momento de enfrentamientos, sino de entendimientos, el sentido de Estado debe primar sobre las estrategias y los intereses de los partidos en estos días en los que es posible que se materialice en Euskadi una segunda transición que la impregne de la higiene democrática que precisa después de tanto gobierno nacionalista. Por todo ello, la labor que desde hoy debe desarrollar Patxi López para alcanzar ese acuerdo que lo lleve a la Lehendakaritza adquiere un nivel de dificultad difícil de superar. Si bien no caben excusas, hay que llevar este barco a buen puerto como sea. Muchos españoles no entenderían que no culminase la empresa con el ansiado éxito.
Porque hay algo que no podemos olvidar los demócratas. Muchos militantes socialistas y populares han sido asesinados por defender sus ideas allí donde la libertad es coto privado de unos pocos. Sería un gran y merecido homenaje para todos ellos si se obrase el cambio. Sr. López, ármese de valor, sea coherente con su discurso de campaña, pues la sociedad vasca merece otro futuro que aquel que le pueda dar la, hoy por fin, minoría nacionalista. Sea el lehendakari que gobierne para todos los vascos, haga realidad esa manida frase tantas veces repetida para la galería con la que Ibarretxe solía adornarse en sus investiduras. Patxi, ha llegado tu hora.
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