La izquierda cuqui y la cafre

Sumar y Podemos van juntos porque no tienen más remedio; pero en caída, desmovilizados. Ni suman, ni pueden

El armisticio entre Sumar y Podemos es precario. Llega tras meses de hostilidades, demasiado tarde. Es difícil que sus seguidores se olviden en mes y medio de tanto desprecio mutuo y violencia verbal. Esta animadversión pasa siempre factura: al general Julio Rodríguez la gente de Izquierda Unida no quiso votarle en Almería en junio de 2016 y Podemos perdió el escaño ganado por IU en diciembre anterior. Podemos habría sacado tres diputados en solitario, según la encuesta de esta semana de El País. Los restos de la organización de Pablo Iglesias han calificado a los primeros reunidos en Sumar como izquierda cuqui. Es una izquierda verde, amable, que quiere ensanchar su ámbito de influencia, recuperando el discurso de arriba y abajo, en vez del tradicional derecha-izquierda. Pero si hay una izquierda cuqui, es porque habrá una izquierda diferente, agresiva y cafre.

En los medios calificamos con mucha soltura a Vox como extrema derecha, pero nos ha costado etiquetar a Podemos como extrema izquierda. A todo lo que hay más allá de los socialistas se le llama “la izquierda a la izquierda del PSOE”. Ahora que ese espacio se fragmentó en dos partes y que Belarra y Montero califican a Yolanda, Compromis y Errejón como cuquis, quizá deberíamos precisar un poco más. Si Sumar es “la izquierda a la izquierda del PSOE”, los devotos de Iglesias serían “la izquierda a la izquierda de la izquierda a la izquierda del PSOE”; perdón por el trabalenguas. Sin eufemismos, lo que quedaba de Podemos es un partido de extrema izquierda, frívolo en materia de Igualdad, que denigra la transición, que considera la Constitución una continuidad de la dictadura y la tacha de régimen del 78, partidario de la autodeterminación de Cataluña y País Vasco...

Una prueba del algodón sobre los extremismos es la bravuconería con sus vecinos ideológicos. Una derecha que califica al partido liberal conservador de “derechita cobarde” se define como extrema derecha, antes de negar el cambio climático o hacer campaña contra los inmigrantes. Una izquierda que alude al partido socialdemócrata como “conservador” o “neoliberal”, también se coloca en la extrema izquierda. El paradigma de ese antisocialismo lo representó muy bien la anticapitalista transmutada en andalucista Teresa Rodríguez cuando dijo aquello de “con el PSOE, ni muerta”.

Con o sin veto a Irene Montero, Sumar y Podemos se unen porque no tienen más remedio. La izquierda cuqui y la cafre están juntos pero no revueltos, ni movilizados.

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