11 de abril 2025 - 03:08

Ya se ha escrito demasiado sobre una de las series más duras, controvertidas y exitosas de una conocida plataforma. Adolescencia es un aviso agónico a las familias, a los centros educativos y a ese maquiavélico entramado llamado sociedad, sostenido por unas complejas redes sociales alimentadas por no sé qué extraños y malignos códigos, desconocidos por los adultos: que parece que seguimos en Babia.

Después empecé a retroalimentarme-por aquello de la deformación profesional- con una serie coreana atiborrada de bullying y violencia extrema. Difundir estas series podría incidir en el craso error de convertir a los adolescentes en potenciales delincuentes, e incluso asesinos. Pero seguimos sin enterarnos de qué va la película: la película de la vida. Tras mirar los países con mayor índice de acoso escolar, España aparece encabezando todas las listas. Siendo Corea del Sur un país intermedio en este sentido. En cualquier caso, eso del bullying ya pertenece a la archiconocida globalización. Tampoco podemos ampararnos en eso de que siempre ha existido para justificarlo. El de ahora es precisamente más violento porque el mundo se ha vuelto más agresivo. Empezando por los dirigentes de este planeta. Esto tampoco es patrimonio de un grupo de jovencitos con las hormonas disparatadas. Veo a diario en las RRSS el odio y la agresividad de los conocidos haters u odiadores. Todos ellos son adultos: padres o madres de familia cuyo veneno es transmitido a sus hijos, que siempre son chicos ejemplares para esos padres. En algunos/muchos casos: de tal palo, tal astilla.

En esta magnífica serie, Un héroe débil, que parece que bebiera en las impetuosas fuentes del manga, los chicos acosados se rebelan contra esos otros tiranos, sádicos e indolentes. Llega un momento en que ya no sabes qué hacer después de poner varias veces la otra mejilla. El mundo no es un escenario de happy-flowers, sino que de alguna manera tenemos que aprender a defendernos de tanta agresión gratuita o caeremos en un pozo sin fondo colmado de depresiones. Este podría ser el mensaje central, especialmente cuando el diálogo no sirve de ninguna de las maneras. Lo positivo de toda esta historia es la solidez del concepto de la lealtad entre ellos. Y me quedo con esto último. El traidor o el que vende al amigo por un plato de lentejas y lo abandona cuando más lo necesita, podría ser lo más cercano a la depravación o la morralla. Esos, en los que confiabas, y te apuñalan por la espalda sin conciencia. Ciertamente, los jóvenes de hoy en día saben de esto mucho más que algunos adultos, esos que creías que eran tus mejores amigos. Excelente serie igualmente.

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