Matar, un derecho constitucional

04 de octubre 2025 - 03:09

Sánchez propone incluir el derecho al aborto en la Constitución “para consagrar la libertad y la autonomía de las mujeres”. Seríamos el segundo país, tras Francia, en el que matar fetos, además de celebrarse como una conquista progresista, sea un derecho constitucional. Porque en una cosa deben estar de acuerdo proabortistas y antiabortistas radicales o moderados: se mata al no nacido. Esto no se puede negar. Se oculta y se disimula, eso sí. La palabra matar, que es lo que se hace, nunca se dice. El embrión o el feto no existen. Si una mujer pierde al hijo que quería tener, se habla del bebé. Si aborta voluntariamente no hay bebé, ni embrión, ni feto. No hay cancelación más absoluta y arbitraria que la de los seres humanos no nacidos. A la decisión de que maten un cuerpo que se está formando en otro se le llama decidir sobre el propio cuerpo, como si al que se da muerte no existiera o fuera un tumor que se extirpa. Se callan en el debate público todos los datos científicos sobre el carácter genéticamente único del no nacido que, sin embargo, tiene derechos en determinadas circunstancias: según el Código Civil “el nacimiento determina la personalidad; pero el concebido se tiene por nacido para todos los efectos que le sean favorables”. Vivir, por lo visto, no es un efecto que le sea favorable.

El Gobierno quiere impedir “la difusión de información falsa o engañosa que pueda coaccionar a las mujeres que quieran interrumpir su embarazo”, estableciendo que toda la información que se brinde “tenga base científica objetiva”. Es mentira, pero le permite acogerse a la payasada vox-pepera de Madrid. Porque los argumentos en defensa del aborto son ideológicos, no científicos, y si la información que se brinda a la gestante tiene bases científicas que le hagan reflexionar sobre lo que va a hacer, se considera coacción.

Además, es innecesario blindar constitucionalmente el aborto. La inmensa mayoría lo quiere, la izquierda lo celebra, la derecha lo defiende y el consumismo lo exige. Mientras tanto, la tragedia prosigue: en 2024 se registraron en España 106.172 abortos, un 2,98?% más que en 2023, de los que 199.451 no lo fueron por causa terapéutica. Es mayoritariamente una bárbara forma de contracepción y, en algunos casos, una medida eugenésica.

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