La metamorfosis

La situación recuerda a 'La metamorfosis', el libro de Kafka, que es recomendable para el confinamiento

Cuando era niño, mi señor padre siempre me decía que lo más importante que debe aprender una persona es a pasar tiempo consigo mismo. A estar solo y tranquilo, en un mundo obsesionado con mantener una actividad frenética. Teníamos una sociedad de agendas compulsivamente sobrecargadas, donde la vida no tenía un solo instante de sosiego, pero que, de repente, nos arrancaron de raíz. Un golpe brutal para muchos. Sin esperarlo, se levantaron una mañana y todo era distinto. Ya no tenían que ir como pollo sin cabeza de una cosa a otra, 16 horas al día, siete días a la semana. Y, en lugar de eso, tenían que pasar la mayor parte del día consigo mismos, es decir, con un completo extraño.

La situación recuerda a "La metamorfosis", el libro de Kafka, que es muy recomendable para el confinamiento. Gregor Samsa se levanta una mañana convertido en un insecto, pero lo más chocante es que, tanto él como su familia, parecen ignorar el cambio, casi como si su hijo y hermano no fuera de repente una enorme cucaracha. Sus únicas preocupaciones giran alrededor de los inconvenientes prácticos de la nueva situación, pero no en la metamorfosis en sí misma. Y eso nos ha pasado un poco a todos. De repente somos otra cosa completamente distinta, un animal sedentario en vez de un animal hiperactivo e hipersocial, pero tratamos de comportarnos como si nada hubiera ocurrido, como si siguiéramos siendo lo que éramos. Gente súper ocupada en intentar estar todo el tiempo ocupada, siempre de camino a otro sitio, pero nunca en ninguna parte, y con una vida donde las semanas agotadoras se sucedían con los fines de semanas agotadores, en un eterno bucle de hiperactividad, sin un solo hueco. Porque, de hecho, tener huecos era un síntoma de fracaso, de ser un paria. La gente triunfadora tenía que vivir agotada y sobrepasada en todo momento.

Y, de repente, toda esa gente se ha encontrado en casa, sin ningún sitio al que llegar tarde, y rodeada de una gente extraña, que no conoce de nada, como su familia o ellos mismos. Y todos intentando comportarse como si no hubiera cambiado nada, y como si la providencia no les hubiera hecho de repente un regalo maravilloso. Sin darse cuenta de que una mañana, después de un sueño intranquilo, se encontraron sobre su cama convertidos de nuevo en un ser humano. Libre por fin de tantas estúpidas cargas.

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