Ni contagian enfermedades, ni huelen, ni destiñen, ni son terroristas, ni van a acabar con nuestro estilo de vida. Quienes se han visto en la obligación de salir de sus países, empujados por las guerras o por el hambre, solo pretenden conseguir una vida mejor para ellos y los suyos, exactamente igual que, hasta no hace mucho tiempo, hemos hecho en esta tierra, buscándonos las habichuelas en Cataluña, Suiza, Alemania o Francia y exactamente igual que ahora hacen nuestros hijos, aunque lo disfracemos bajo cualquier eufemismo cool, para decir que se tienen que marchar a otras latitudes para labrarse su futuro.

Sirva el párrafo anterior para que nos paremos unos minutos a reflexionar, sobre el rechazo frontal que parece haber suscitado el proyecto de centro de acogida para inmigrantes que podría levantarse en dos parcelas, situadas frente a la Base Aérea de Armilla, localizadas en el término municipal de Alhendín y que podría llegar a alojar a un millar de personas.

Rechazo unánime de los tres municipios que pueden verse más implicados Alhendín, Armilla y Ogíjares y dicen las crónicas que también inquietud entre los vecinos de la zona, un espacio residencial con urbanizaciones, algunas de lujo, y centros educativos.

No hay color político en el rechazo, o si lo prefieren hay unanimidad, en que ninguno de esos tres municipios, con gobiernos de izquierdas y de derechas, ni por lo que se ve sus vecinos, quieren cerca de sus pueblos, de sus chalets de lujo y de los maravillosos colegios de sus niños, a esos inmigrantes que se han jugado la vida en una travesía inhumana, para conseguir una vida digna en esta tierra de oportunidades que decimos que es Europa... Muy bonita, muy solidaria, muy cristiana y muy decente, no parece semejante actitud. Soy consciente de que estas líneas no me van a convertir en el columnista más popular del grupo Joly, pero lo cierto es que actitudes como las de los ayuntamientos de Ogíjares, Alhendín y Armilla y muchos y muchas de sus vecinos entran perfectamente en la categoría de racismo encubierto, tan habitual en nuestra sociedad. “No soy racista… pero este suelo no es el idóneo”. “No soy racista… pero ese centro está al lado de urbanizaciones muy caras”. “No soy racista... pero hay colegios en las proximidades”. “No soy racista… pero un poquito sí que lo soy”.

Recuerden, se han jugado la vida para venir a trabajar en los empleos que nosotros no queremos. Cuidan a nuestros padres y a nuestros hijos y no muerden, no huelen y no destiñen.

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