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Ajuanma Moreno le han obsequiado un final de legislatura triunfal, el concierto catalán contiene tanto combustible como el subsuelo de Alaska, material inflamable para una sociedad como la andaluza que siempre ha recelado de los privilegios del norte, de ahí que el presidente de la Junta pueda dedicarse estos dos últimos años a desarrollar su agenda internacional –ha regresado pletórico de China– y a contratacar el recorrido legislativo de la financiación singular de la Generalitat. Como un hombre de Estado, como en sus días lo hizo su maestro Manuel Chaves, que llegó a gozar de la auctoritas de un cónsul romano y de la veneración de una reina madre de San Telmo, o Jordi Pujol, de cuya vis populista sabe bastante el hombre de Exteriores del Gobierno andaluz, el catalán Enric Millo, recogido en Andalucía como muestra de apoyo del PP por su papel durante los meses del procès.
A Juanma Moreno le queda por resolver aún las listas de espera del SAS para alcanzar el estatus de excelencia de Chaves, pero de momento se ha ganado el título de pequeño saltamontes del más longevo de los presidentes socialistas. La paciencia es una de las virtudes que pregonaba el gran maestro chaolín de la serie setentera Kung-fu, y Moreno la ha tenido.
Pujol no tenía jefe en Madrid, pero Chaves sí, y Juanma Moreno debe respetar la jerarquía de Alberto Núñez Feijóo, lo que supone un cierto obstáculo para que desarrolle de forma plena una agenda andalucista o, si se quiere, regionalista. El socialista extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra también ejerció sus mandatos así, fue el único barón que votó en contra de la primera reforma del modelo de financiación autonómica que aprobó Felipe González, la pionera en ceder recaudación de los impuestos estatales a los territorios, y llevó el segundo Estatuto andaluz al Tribunal Constitucional para invalidar las transferencias del Guadalquivir a a la Junta de Andalucía. Se ganó el apodo de bellotari porque defendía a Extremadura como el lehendakari al País Vasco, sin amilanarse ante Ferraz y Moncloa, aunque sin ser desleal con el PSOE.
Isabel Díaz Ayuso carece de esta lealtad de partido. Unas pocas horas antes de que Feijóo reuniese a sus barones, la madrileña se permitió aconsejarles a todos ellos que no asistan a la cita a la que Pedro Sánchez les convocará para hablar de financiación autonómica, porque de se trata de eso, de marcarle el paso al gallego desde la Puerta del Sol. Eso Juanma Moreno no lo haría. Prudencia, tesón, constancia y un poquito de populismo.
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