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El afortunado paseante puede ver estos días, en los altos del Cicus, una antología del grabado flamenco titulada De la madera al metal. De Van Dyck a Rembrand. La exposición, ya lo advertimos, no presenta el mismo fasto que las que la Biblioteca Nacional dedicó, no hace mucho, a Durero y Piranesi. Sin embargo, a pesar de esta mayor modestia, goza de un interés sumo: en ella se ofrece al visitante un breve recorrido por uno de los cambios radicales que trajo consigo el mundo moderno, cual es el uso masivo, ilustrativo, ecuménico, de las imprentas. Pero no solo por aquella lectura reiterada y abismática de la Biblia que se halla en el germen de la Protesta; sino por las xilografías de Holbein y Cranach que figuraron a lo vivo la corrupción y la simonía deRoma.
Quiere decirse que, más allá de lo escrito por Bartolomé de las Casas en defensa de los indios, aquello que difunde el horror por su maltrato (véase el De los caníbales de Montaigne), es la imagen grabada y universalmente difundida de los hechos que relata nuestro fraile. Ahí se halla una parte, en absoluto menor, de lo que se ha llamado Leyenda Negra y que consistió en una exitosa y moderna operación de propaganda, obrada por los adversarios del Imperio Habsburgo. Creo haber mencionado aquí la importancia del grabado Prevedari, sobre un dibujo de Bramante, en la difusión del nuevo idioma clásico, el lenguaje del Renacimiento, a partir de finales del siglo XV. El lector atento encontrará sus enseñanzas, por ejemplo, en la maravillosa Anunciación de Alejo Fernández que se halla en el Bellas Artes de Sevilla. No es casualidad, por otro lado, que sea Sevilla, uno de los centros impresores de Europa, junto con Venecia, Amberes y París, etcétera, pero también un vasto nudo comercial entre ambos mundos, quien concite un amplio tráfico de grabados que repercutirá en la iconografía de la pintura española del XVI y el XVII.
Según Focillon, la escultura románica aún estaba inmersa en "el sueño de la materia". No obstante, las iglesias góticas son ya Biblias de piedra para ilustración de iletrados. El grabado, y principalmente el grabado flamenco que aquí se expone (impresionantes grabados de Rembrandt, y aquellos hechos sobre dibujo de Rubens, de Van Dyck, de Heemskerk), cumple esta misma función educativa. Una función que se aviva tras la controversia religiosa, pero que se desliza sobre los nuevos vehículos de la modernidad, y donde el hombre glosa, fabula y enumera una nueva realidad, vibrante y misteriosa.
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