Reflejos de Málaga
Jorge López Martínez
¡Que viene el ‘loVox’!
Y, en lugar de tu bar, me encontré una sucursal del Banco Hispanoamericano”, cantaba Sabina, ofreciendo la metamorfosis del garito en sucursal como síntoma de desencanto y pérdida de sabor de un sitio. También en esto el de Úbeda se equivoca. En estos tiempos, la señal definitiva de que nos vamos a la porra está en que, donde antes había un banco en el que poder pagar la comunidad, sacar efectivo en ventanilla o ser atendida por alguien que sabía tu nombre, acaban de abrir un gastrobar.
Busco el banco más cercano: está a un kilómetro. “Buenas, vengo a hacer un pago; me dicen que esta es la entidad indicada”. La empleada levanta la vista. Leo en su cara la molestia, la he interrumpido. Me pregunta si soy clienta. No. Más honda es la molestia. Que si tengo cita previa. No. Más molestia. Dice que tengo que sacar cita por internet y que solo atienden martes y jueves, un ratito. Me quedo con ganas de interpretar una posesión demoníaca in situ. La descarto. Llámenlo derrota.
Hace poco fui a otro banco para abrirme una cuenta. Y me dijo el empleado que me la abriera yo desde el móvil. Eso sí, su mantenimiento tenía comisiones. Me dirán ustedes que me busque entidades donde atiendan en condiciones. Dónde están, no para mí sino para quien no se apañe con el móvil o quiera ser atendida por humanos. La no-sucursal (ese nivel pro del no-lugar) es casi lo único que hay: o ya no existen los establecimientos donde atender a quien lo requiera, o bien los que hay son burbujas donde interactuar con maquinitas y, en última instancia, con empleados a los que –supongo– forman para afligir a quienes queremos pagar una derrama. Luego llegan con sus anuncios entrañables, protagonizados por jubilados de dentadura eucarística sacados de un banco de imágenes gringo, rematados con eslóganes metafísicos de pacotilla. De nuevo entran ganas de hacer la performance, ora de niña del exorcista, ora de anarquista antigua. Mas cuando de veras entran ganas de protagonizar el gran show es cuando leemos en las páginas de economía sobre los beneficios de los bancos y de fusiones que auguran más reducciones de personal y atención. De lo que tantísimo ganan (también) con mi dinero, ni una sonrisa me toca. Bienvenidos a la banca del futuro. Haga clic para apencar.
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