La esquina
José Aguilar
Yolanda no se va, se queda
Antes de las algaradas que lograron que la suspensión del final de la Vuelta Ciclista a España, Sánchez había expresado en un mitin “nuestra admiración a un pueblo como el español que se moviliza por causas justas como la de Palestina” y María Jesús Montero, su “admiración a un pueblo como el español, que se moviliza por causas justas como la de Palestina”. Después que los violentos lograran la suspensión, el ministro de Cultura celebró que la sociedad española no tolere “que acontecimientos culturales y deportivos sirvan para blanquear el genocidio”; la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía expresó “todo nuestro apoyo a las movilizaciones por el pueblo palestino durante la vuelta ciclista”; y la ministra de Deportes y Educación lamentó “que la etapa no se pueda completar”, pero añadiendo que “la mayoría de manifestaciones han sido pacíficas” y que “el deporte no puede ni debe ser una isla ajena a lo que está sufriendo Gaza”.
Si el presidente y sus ministros animan a movilizarse sabiendo que de lo que se trataba, como había sucedido en jornadas anteriores, era de reventar el acto, y celebran que se haya logrado, es lógico que el delegado del Gobierno resuma lo sucedido, como han hecho sus superiores y las voces de su amo mediáticas, diciendo que “el pueblo de Madrid ha enviado al mundo un inmenso mensaje de solidaridad, humanidad y empatía con el sufrimiento del pueblo palestino”. Y que, “salvo momentos puntuales, la protesta fue pacífica”.
Todos animaron irresponsablemente a reventar el final de la Vuelta y después lo celebraron, mintiendo y contradiciéndose al afirmar que la protesta fue pacífica. Si lo fue, ¿cómo se logró reventarla?, ¿quién hirió a 22 policías?, ¿por qué en la fachada del Círculo de Bellas Artes colgaba una lona en la que se leía Del río al mar Palestina vencerá, el lema adoptado por la Yihad y por Hamas que llama a la destrucción de Israel?
No hay persona con un mínimo de conciencia que no condene los crímenes de guerra de Netanyahu y el Gobierno de Israel. Pero esto es otra cosa. De condenar sus crímenes con la firmeza que merecen, se pasa a criminalizar a todos los israelíes, incluida la oposición, a todos los judíos, tengan la nacionalidad que tengan, y a pedir la destrucción de Israel. Se le ven las orejas al lobo.
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