¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Grandes palabras
Con los canales de televisión me pasa como con el jamón York en el súper: hay que mirar bien la etiqueta antes de comprarlo. A veces, lo que parece jamón del bueno lleva apenas un sesenta por ciento de carne; el resto es porquería que mas que alimentarte te hace daño. Algo parecido ocurre con los informativos. Todos prometen rigor y verdad, pero entre titulares, enfoques y silencios, lo que se sirve al espectador lleva su dosis de relleno, que es lo que de verdad te quieren colar.
En ciertos canales, la mezcla de lo verdadero y lo añadido es más que evidente. Estuvo en su tiempo ‘La tuerka’, casi más panfletario que informativo. Pero aún quedan. Véase si no ese canal extraño llamado ‘Intereconomía’ al que todos llaman ‘El Toro TV’.
Realmente más conservantes y colorantes que alimento. Por eso, me sorprendió ver a Hermann Tertsch —periodista en otros tiempos de sólida trayectoria como corresponsal de El País en los países del Este— en un plató de estética y discursos enfáticos, hablando de “frentes patriotas” junto a contertulios con maneras como de otros tiempos.
Tertsch, ahora eurodiputado voxero, ejemplifica un recorrido ideológico peculiar hasta llegar a esa cadena donde se elogia todo lo reaccionario, lo cual irá en incremento dados los tiempos que corren.
En varios países europeos, formaciones conservadoras ganan influencia.
No tanto por el carisma de sus líderes como por el malestar del electorado, esa parte que apenas votaba que se ha sentido desplazada por una agenda pública que, en su percepción, dejó de lado lo cotidiano —como los salarios o la vivienda— para volcarse en debates identitarios que poco le interesaban.
Ese giro generó réplica. Algunas desde la nostalgia política. Hay quien pide volver a marcos conocidos, recuperar certezas, trazar límites. Aunque muchas iniciativas buscaban una sociedad más inclusiva, no todas fueron bien explicadas ni bien comprendidas. Incluso en la Iglesia, el nuevo Papa parece inclinarse hacia la contención y el respeto a las formas.
La tele refleja esta involución del péndulo. Cambio de canal buscando algo más neutro. Pero en las cadenas públicas también hay filtro, el que marca el gobierno. Así que decido hacer lo más sensato: apagar la tele, abrir un libro y tomarme ese sandwich de jamón york tan rico.
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