La ciudad y los días
Carlos Colón
Nacimientos y ayatolás laicistas
No hay día en el que dirigentes socialistas, empresarios, periodistas y profesionales a los que se considera bien informados sobre las cosas de la política, no se vean abordados por alguien que les pregunte cuándo se celebrarán. No lo sabe ni Pedro Sánchez. Ya le gustaría saberlo.
Se pueden hacer cábalas. En estos momentos de situación extremadamente grave para el partido socialista, lo lógico es pensar que la posición más inteligente para el presidente del Gobierno sería esperar que escampe. El problema es que ni él ni nadie tiene el poder de adivinar si efectivamente se van a calmar las aguas o, por el contrario, se convertirán en incontrolables, porque ni hay noticias sobre qué puede salir de los miles de documentos que están siendo investigados por la UCO, ni nadie puede asegurar que algunos de los dirigentes socialistas que hoy se encuentran en prisión o pueden ser llevados a prisión en las próximas semanas se levanten un día en sus celdas hartos de callar. Y se ofrezcan a contar todo lo que saben.
Los militantes todavía empeñados en salvar a Pedro Sánchez –cada vez menos– que declaran que la corrupción se ha dado en todos los gobiernos, no asumen que, siendo cierto que por desgracia la corrupción ha sido habitual, en esta ocasión afecta directamente al presidente del Gobierno. Quizá se salve de una condena, pero su comportamiento indica que no tomó ni una sola medida para luchar contra ella.
Su mujer está encausada por obligar a una universidad pública a crear una cátedra específica sin cumplir las condiciones exigidas; su hermano logró un puesto de trabajo público sin cumplir las exigencias; Sánchez ha obligado a los extremeños a designar candidato al líder regional Miguel Ángel Gallardo en contra del criterio del partido, al que aboca a un resultado catastrófico. Todos los personajes vinculados a los casos de corrupción han sido elegidos por Sánchez para ocupar puestos de gran responsabilidad política y con importante manejo de fondos, por no hablar de colocarlos en instituciones donde podían ser útiles en momentos delicados.
La vicepresidenta Yolanda Díaz expresa indignación y clama por cambios profundos en el Gobierno; la vicepresidenta Montero se distancia del ex presidente de la SEPI al que tanto defendió y elogió; Bildu y Junts piden a Sánchez medidas contundentes …. pero se supone que no quieren adelanto electoral, porque probablemente conllevaría un cambio de gobierno.
En el PSOE la preocupación es máxima. Los no sanchistas, inteligentemente, callan a la espera de los acontecimientos. Los incondicionales del presidente muestran inquietud. La tensión se acrecienta y quienes trabajan en Moncloa y Ferraz cruzan comentarios de que la situación no aguanta mucho más.
¿Cuándo habrá elecciones? Es la gran pregunta. A ver si hoy Sánchez da alguna pista.
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