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Javier Navas

Más propósitos para el año nuevo

ES época de listas (las mejores películas de 2011, las peores canciones de 2011, los yernos más sinvergüenzas del año) y de buenos deseos (ir al gimnasio, aprender inglés). Encontrar trabajo o aliviar la hipoteca salen de la cuenta de deseos para entrar en la de imposiciones, pero, pese a lo que dicen, no terminamos de creer que 2012 pueda ser más malo que el año que expiró, aunque haya un 29 de febrero. Fukushima; Siria, Libia y la sangrienta primavera que pudo haber sido liberadora; los compañeros de oficina seguidores del Barça y su insultante alegría; la arriesgada prima, los cinco millones, otro libro de Ruiz Zafón, las limitaciones al consumo de tabaco... Un momento. ¿Seguro que esa medida de un gobierno "marxista, dictatorial y terrorista" (así decía el dueño del asador malagueño que se hizo interinamente célebre por insumiso) cabe entre "lo peor"? Desde luego, coarta la libertad. El derecho a la propia salud incluye el derecho a machacarla como a cada cual le parezca. Lo de los "fumadores pasivos" -hay médicos que cuestionan que exista algo parecido- no justifica tamaña represión. Los hosteleros se quejaban de que la ley iba a estrangularlos, aunque también podemos añorar hipotéticamente los prósperos fumaderos de opio que darían puestos de trabajo si se relajaran las normas. Los que no fumamos nos arriesgamos a que nos tachen de "fachas" si celebramos las restricciones. Pero la voluntad humana, si la constriñes por un lado, se expande por otro.

Diez millares de malagueños reciben ayuda para dejar de fumar, fumar menos o no empezar nunca. Más de 100 centros de salud en Málaga con más de 100 trabajadores los asesoran. Hay un teléfono para los que necesitan información y un espaldarazo. La cantidad de usuarios de estos servicios se multiplica: en Andalucía se ha doblado en 2011 respecto al año anterior. Embarazadas, presos y trabajadores sometidos a una particular presión, y por tanto más frágiles ante este vicio (no son los controladores aéreos ni los ministros de Economía, sino los médicos y los maestros), reciben un cuidado especial. La ley pone cada vez más difícil fumar en la calle y debe de ser un latazo cenar en una boda y tener que salir a la terraza a echar un pitillo entre plato y plato. Además, un fumador puede dejarse mucho dinero en cajetillas y así como la crisis está rebajando los niveles de contaminación, quizá pueda sacarse de ella alguna otra cosa buena.

Tal vez en los restaurantes se pierda dinero. Al principio. Y los estancos acabarán para echar quinielas. Pero el ministerio de Sanidad va a ahorrar mucho; y además del dinero, está la salud. A falta de un ministerio que lo gestione, deseemos mucho amor para 2012. Feliz año nuevo.

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